Desde su precampaña Andrés Manuel López Obrador ofreció que sería un contrapeso a Donald Trump. Ambos llegaron a las presidencias: en 2017 el estadounidense y en 2018 el mexicano, pero AMLO no hizo nada de lo prometido.
Mientras Trump acusaba a México López le puso a la Guardia Nacional como Border Patrol, pero desde suelo mexicano.
El primer viaje al extranjero de López fue cuando le convenía a Trump: el 8 de julio de 2020, en la víspera de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. López ignoró todas las agresiones y aplaudió el trato de Donald, pero este perdió ante el demócrata Joe Biden.
La primera descortesía de López fue regatearle a Biden la felicitación por su triunfo presidencial en noviembre de 2020. El mexicano tardó casi mes y medio para reconocer el triunfo del demócrata, lo hizo hasta el 15 de diciembre.
Con Trump dando sus últimos coletazos para aferrarse al poder, López condenó el 21 de enero de 2021 que Twitter (cuando aún no era de Elon Musk) le cancelara su cuenta a Donald.
Apenas comenzó el gobierno de Biden y López aflojó en la política migratoria y canceló la colaboración con la DEA causando fricciones con nuestro principal socio comercial. EEUU mandó entonces a un muy experimentado político como Embajador: Ken Salazar, ex secretario del Interior que se ganó la amistad de López y calmó las aguas, pero publicaciones sobre investigaciones de la DEA que rastrearon vínculos de funcionarios mexicanos con los cárteles internacionales prendió en 2024 las hogueras en Palacio Nacional: López exigió “respeto” extranjero a su investidura.
Apenas pasó la elección presidencial en México y Salazar externó una preocupación por la reforma judicial en México. En medio de esta tensión ocurrió la sorpresiva ¿llegada? a Texas de Ismael “el Mayo” Zambada el 25 de julio.
López, molesto, insistió en que nunca tuvo información, exigió un informe de Estados Unidos -que nunca llegó-, el 28 de agosto anunció una “pausa” en la relación con la Embajada y en los últimos días de su mandato culpó a EEUU de la violencia en Sinaloa.
Que ahora el gobierno mexicano acote la comunicación con el Embajador Salazar es solo un paso más en el conflicto entre el obradorato y el gobierno demócrata de EEUU, camino largo que aún no se le ve fin, pero sí continuación.