Hace seis años (06/09/2018), escribí en este mismo espacio “Hasta nunca Presidente”.
Una columna dedicada al ex presidente Enrique Peña Nieto donde señalé que terminaba como el peor presidente evaluado en las últimas décadas, que había llegado con altas expectativas pero su desmedida avaricia y corrupción lo perdió.
A seis años de su despedida lo recordamos defenestrado y exiliado en España.
Pero no es mi intención recordar al más ignominioso de los priistas, sino agradecerles a esa generación podrida de gobernantes como la causa primera para que la 4T, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador impulsara un cambio paradigmático y doloroso para la oposición.
El viejo régimen ha quedado enterrado.
El presidente se despide con una aprobación de casi un 70 % y eso me provoca una pregunta:
¿Cuál fue el éxito de AMLO en estos seis años?
La respuesta lleva un tanto de neurosis para quienes no comprenden ese nivel de aprobación y sobre todo CÓMO (en mayúsculas), se ha llegado a ese porcentaje.
Se enredan en argumentar que todo es el efecto del populismo, autoritarismo y de los programas sociales sin entrar al fondo de la fenomenología del cambio.
Si comprender la conducta individual es compleja (pues tenemos que adentrarnos a la personalidad, el carácter y temperamento), con más razón comprender las conductas sociales que van más allá de estudiar a escuelas de psicología social.
Pero lo que nadie podrá negar es el viraje democrático de la preferencia política de los mexicanos que se tradujo:
No más PRIAN y seguir con el modelito neoliberal cimentado en una sociedad de consumo donde la desigualdad social se asoma de manera monstruosa.
Hay un fenómeno llamado transformación social y eso no lo pueden entender los intelectuales orgánicos ni los comunicadores odiadores de la 4T.
Por ejemplo Loret de Mola, Denisse Dresser, López Dóriga y hasta Brozo. Y no lo comprenden por dos razones:
La primera, por su estrecho y reducido margen de la comprensión social y política porque han visto al poder como un medio y no como un fin desde cajas de cristal de baccarat, alejados del entendimiento de la pobreza y las carencias sociales en un país donde los anteriores gobiernos se dedicaban a enriquecerse con la complicidad de empresarios voraces y corruptos.
Y la segunda razón es porque han sido parte del mismo sistema que hoy es repudiado por la mayoría.
De ahí la polarización que tanto muchos critican donde sostienen que el presidente la propicia y esto es verdad.
Estamos segmentados entre quienes le apuestan al pasado y los que apoyamos a que Morena desde sus bancadas en el Congreso de la Unión aprueben los cambios que catapulten de una vez por todas al viejo régimen y donde los pobres sigan siendo el centro de la política social.
Comprender una despedida en cualquier contexto es complejo y más cuando el adiós significa mucho.
A diferencia de mi columna de hace seis años donde le decía al expresidente EPN hasta nunca, al presidente López Obrador (seguidores y simpatizantes), le decimos un hasta siempre, pues estará en la memoria de un país que se transforma con pasión y efervescencia social al igual que la insurgencia o revolución mexicana.
Larga vida al presidente López Obrador y al movimiento que cimentó el cambio que hoy es aprobado por casi el 70 % de los mexicanos.
Hasta siempre presidente Andrés Manuel López Obrador, se le recordará con cariño y sobre todo con respeto de tener los tamaños para desarticular a un grupo de bandidos que se creyeron los dueños de México.
@cuauhtecarmona