“Septiembre mes de la patria, con gusto te veo llegar, ya que todas nuestras glorias nos vienes a recordar…” Viene a mi mente la estrofa de un canto a la patria hace muchos ayeres cursando maternal en mi recordada Comarca Lagunera.
No cabe duda que los episodios formativos más elocuentes en la formación inicial nos acompañan toda la vida sin recursos nemotécnicos.
Hoy la mayoría de los mexicanos seguimos cantando a la patria con un tono insurgente y revolucionario.
El civismo nacionalista nos acompaña en todo momento, desde el más ferviente respeto por nuestros símbolos patrios con el saludo marcial, hasta el más lúdico trago en una bandera bebible con un buen reposado blanco acompañado de la Viuda de Sánchez y, que lejos estoy del cielo donde he nacido…
En México, estamos viviendo momentos históricos tan delicados y profundos como la insurgencia en tiempos de libertad y de justicia.
Nadie podrá negar que la revolución de las conciencias iniciada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha puesto de cabeza a la oligarquía y a los adoradores del viejo régimen que defienden al poder más intocable de los poderes, el poder judicial de la federación.
Las togas intocables como lo señalé hace quince días en este mismo espacio.
Sin embargo, no es mi intención hablar sobre la resistencia y el rechazo a la reforma del poder judicial por la mayoría de los Ministros y jueces entreguistas, sino dedicar unas líneas a la expresión más acabada de la algarabía y el ánimo colectivo que a todos los mexicanos nos invade el próximo 15 de Septiembre:
El grito de independencia.
Una fiesta de honor y campanas donde nos perfumamos de gloria (como diría el compositor yucateco Sergio Esquivel), de aquel México que se nos sube a la cabeza pues como México no hay dos.
Los gritos han sido parte de nuestra historia como reclamo social que rebasa lo estático para cobrar en la voluntad de nuestro pueblo, el rechazo a la opresión y la injustica pues siempre hemos estado en construcción y en lucha constante desde la Independencia (pasando por la reforma y revolución), hasta la cuarta transformación que es un grito a la esperanza por los pobres y miserables del país que no son pocos y que el pasado junio votaron por Morena mayoritariamente.
El momento histórico nos lleva hasta el paroxismo. Tendremos la primera presidenta de este país. ¡Viva México!
Ya lo dijo Karol Wojtyła: “México sabe gritar” y es en este verbo (gritar), donde se encierra el descontento y repudio, el mismo que se expresó en las pasadas elecciones: No más PRIAN.
El grito para los mexicanos es la expresión más acabada del sentimiento nacionalista de justicia y libertad.
Sentimientos que el cura Hidalgo aprovechó aquella madrugada del 15 de Septiembre de 1810 donde incitó a los mexicanos a unirse a derribar al mal gobierno.
El grito de los oprimidos estalló en cólera contra quienes pisoteaban derechos y libertades.
El Grito de Independencia nos unifica e identifica donde se conjugan todos los símbolos nacionales como el himno nacional que nos incita a que estemos listos al grito de guerra.
Y como diría Andrés Henestrosa: “La patria entera para decirlo de una vez, en una sola palabra, está en el Grito de Independencia”. ¡Viva México, Viva la reforma Judicial!
@cuauhtecarmona