En días pasados, conocimos por medio de videos cómo un cuerpo humano fue golpeado abruptamente en medio de una riña entre vecinos de un barrio en Torreón.
En muchas colonias, las expresiones culturales de grupos como los cholos y pandillas solían ser manifestaciones de identidad y resistencia.
A través de grafitis, bailes callejeros y moda característica, estos grupos encontraban una forma de pertenencia y conexión en el espacio público.
Estas expresiones aparecen en barrios empobrecidos como una consecuencia de la exclusión social y económica que viven todos los días. Sin embargo, con la llegada de la llamada “guerra contra el narco” y el aumento de la violencia en la región, estas expresiones casi desaparecieron.
La presencia de actores externos, fuertemente armados y territoriales, hizo que los jóvenes y grupos de barrio fueran desplazados, no solo físicamente, sino también social y culturalmente.
La desaparición de estas expresiones culturales en el barrio refleja un problema mayor: la descomposición del tejido social y el surgimiento de redes violentas como forma de convivencia en algunas comunidades.
El tejido social, entendido como las conexiones y relaciones más básicas que mantienen unida a una comunidad, se fragmentó por la presencia de la violencia extrema.
Este fenómeno plantea un desafío urgente: cómo reconstruir el tejido social afectado por la violencia para devolver a los barrios su sentido de comunidad y pertenencia.
A través de iniciativas comunitarias que promuevan el arte, el deporte y la interacción vecinal, es posible restaurar las redes de apoyo y la confianza en la comunidad.
La cultura de barrio puede ser un medio poderoso para reconstruir el sentido de pertenencia y resistencia frente a la violencia, creando nuevas formas de convivencia que privilegien la paz y el respeto.
Estudios sobre comunidades en contextos de conflicto, como los realizados por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) en México, han demostrado que la participación cultural y el fortalecimiento de redes comunitarias son fundamentales para reducir la violencia en zonas afectadas por el crimen.
Algunos críticos sostienen que la violencia en los barrios afectados por el narcotráfico no puede abordarse simplemente mediante la promoción de actividades culturales, y que el problema de fondo es la falta de oportunidades económicas y de seguridad.
Según estos enfoques, la restauración del tejido social requiere políticas integrales que incluyan empleo y educación, además de programas culturales.
Al mismo tiempo, recuperar el sentido de comunidad y las expresiones culturales de barrio es fundamental para restaurar la confianza y la paz en estos espacios.
A través de iniciativas que promuevan la economía, el arte, el deporte y la interacción vecinal, se puede comenzar a reconstruir el tejido social y devolver a los barrios su identidad, resistiendo así a la violencia que amenaza su esencia y sus relaciones más básicas.
@perezyortiz