Hoy comienza el año y toca imaginar un poco sobre lo que le puede esperar a la economía mexicana. Con frecuencia, los cambios de administración alrededor del mundo vienen acompañados de fenómenos económicos que pueden ir desde una crisis hasta una desaceleración. En el caso de México no hay razones para esperar lo primero, pues el país goza de solidez macroeconómica y buenas oportunidades en mercados financieros. En lo que corresponde a crecimiento, sin embargo, el momento mundial ha hecho que el consenso de analistas sea el de un año relativamente lento.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estiman que el Producto Interno Bruto (PIB) mundial crezca entre 3.2 y 3.3 por ciento. Para México, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha presentado una proyección del 2.3 por ciento de aumento del PIB en 2025, con base en un mercado laboral sólido y un consumo privado fuerte, así como en la inversión proyectada en infraestructura, aunque hay que reconocer que otros se muestran más reservados: Banco de México (Banxico) proyecta un crecimiento de 1.1 por ciento, el FMI de 1.3 y la OCDE de 1.2 por ciento.
En lo que toca a inflación, todo indica que continuará a la baja, tanto en nuestro país como en el mundo. La SCHP proyecta una inflación de 3.5 por ciento, Banxico de 3.8 y Citibanamex de 3.8 por ciento. El pronóstico del FMI para México es 3.8 por ciento y el de la OCDE 3.3.
Lo anterior permite pronosticar que las tasas de interés se seguirán reduciendo a lo largo del año. De acuerdo con las proyecciones de Citibanamex, la Reserva Federal (FED) de EE. UU. llevará su tasa a un nivel de 3.25-3.50 por ciento al cierre del año, mientras que para México se anticipa una del 8.00 por ciento para el mismo momento. Esto sin olvidar el riesgo de algunas políticas del presidente electo Donald Trump, que como he comentado antes en este espacio, pueden tener efectos inflacionarios y, con ello, reducir el ritmo de los recortes esperados.
Otros riesgos sobre los cuales habrá que tener la lente puesta son los geopolíticos, Tanto los conflictos en Rusia y Ucrania, como los de Asia Occidental, así como la guerra comercial de EE. UU. con China, pueden tener impacto en crecimiento e inflación y, por tanto, en tasas y volatilidad de mercados financieros.
Con todo, hay también razones para el optimismo en México. En particular, el impulso que seguirá cobrando la relocalización (nearshoring) de cadenas de suministro, particularmente con relación a la revolución de la inteligencia artificial (IA). Según un estudio de Grand View Research, se estima que el mercado global de la IA crezca de 196,000 millones de dólares en 2024 a 1.85 billones de dólares para el 2030. Con ello, la producción de semiconductores tendrá un enorme crecimiento, pues es mucha la demanda que generarán las granjas de procesamiento que requieren los modelos de IA generativa. El potencial de México para atraer inversiones en este ámbito es muy alto, pues la ubicación es crucial para la eficiencia, y la de nuestro país es inmejorable por su cercanía e integración con el bloque norteamericano.
Alfa Positivo. La inflación en México se ubicó en 4.44 por ciento anual en la primera quincena de diciembre, con lo que ligó tres quincenas consecutivas desacelerándose, según datos publicados por el Inegi.