Ayer, martes 5 de noviembre, tuvo lugar la elección presidencial en Estados Unidos. Al cierre de esta columna no había aún resultados más que en un puñado de estados no decisivos para el desenlace final. Más aún, podría ocurrir que para cuando se publique este texto subsista alguna incertidumbre. En cualquier caso, vale la pena comentar algunas de las principales diferencias en las implicaciones del triunfo de una u otro candidato para la economía mexicana.
En lo que se refiere a la política fiscal de Estados Unidos, diversos reportes han estimado, con base en sus propuestas de campaña, que una presidencia de Trump podría resultar más deficitaria e inflacionaria que en el caso de Harris. Esto no sería una buena noticia para México, pues ambos fenómenos implican mayores tasas de interés y menor crecimiento potencial para EU. Dada la estrecha relación comercial que nuestro país guarda con su vecino del norte, esto podría redundar en una disminución del crecimiento económico potencial de México, así como una pérdida de atractivo para las inversiones en nuestro país por un menor diferencial de tasas frente a EU.
En la dimensión estrictamente comercial, por su parte, muy conocidas son las declaraciones de Trump respecto al incremento de aranceles a las importaciones de EU, incluso si esto se desviara de los acuerdos establecidos en el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). En mi opinión, es muy poco probable que imponga aranceles como los que plantea, pues metería a su propio país en un aprieto económico severo (México es significativamente más competitivo en las manufacturas que quedarían gravadas). Sin embargo, aun si no lo hiciera en la magnitud que ha planteado en campaña, utilizar esta herramienta puede generar costos importantes para nuestro país, en particular en la industria automotriz. Por su parte, Harris, si bien no ha planteado medidas arancelarias de ese corte, sí ha señalado la revisión de 2026 del T-MEC como un punto de su agenda que va más allá de una mera evaluación protocolaria y no debe olvidarse que ella fue una de las pocas senadoras que, en 2020, votaron en contra del acuerdo. Habrá que estar atentos, pero ambas candidaturas entrañan riesgos comerciales para México. Desde mi punto de vista son claramente mayores en el caso de ganar Trump.
En cualquiera de los escenarios México tiene que navegar con el resultado que sea. Como comentaba la semana pasada en estas mismas líneas, hoy existe una confluencia de tres factores globales y uno local que están a favor de México. Dentro de los globales está el ímpetu de la inteligencia artificial, la transición energética y la reconfiguración, por razones geopolíticas, de las cadenas de suministro, que favorecen en mucho la relocalización. En el lado local, está la fortaleza de la economía mexicana, así como su estabilidad en prácticamente todos los indicadores macro. Esto promueve un entorno propicio a la inversión que, pase lo que pase, deberá no solo mantenerse, sino fortalecerse.
Alfa positivo. Mientras tanto, nuestra economía se mantiene avanzando. En la conferencia mañanera de inicio de esta semana de la presidenta Claudia Sheinbaum el director general del IMSS, Zoé Robledo, informó que al cierre de octubre se registraron 22 millones 618 mil 942 empleos afiliados al IMSS, la cifra más alta registrada desde 1997, reflejando un crecimiento de 1.4 por ciento respecto a octubre de 2023 y sumando casi 2 millones en comparación con ese mes de 2018. Además, el salario base de cotización promedio registró un incremento anual de 9.2 por ciento, el tercer aumento más alto registrado de los últimos 23 años.