No importa cuántas veces se pronunció el ex presidente López Obrador por eliminar todos los fueros, su partido nunca estuvo dispuesto a cumplirlo, ni lo está ahora que tiene una mayoría más que suficiente para cumplirlo. Para ser justos, diputados y senadores de todos los partidos, integrantes de varias mayorías y en muchas legislaturas, nunca han estado dispuestos a prescindir de esa protección que los exime de enfrentar a la justicia en igualdad de condiciones que el resto de los mexicanos. Es más, para algunos, esa es la razón por la que buscaron un cargo de elección popular. Y no es lo único que los une más allá de sus diferencias ideológicas, porque tampoco nunca han estado dispuestos a disminuir el dinero público que se reparte a los partidos políticos. Ni en la época de la austeridad franciscana tocaron lo que los beneficia a ellos. No hay duda: hay intereses que son comunes a toda la clase política, y el dinero y la impunidad que da el fuero, son la parte medular. Es un pacto que los iguala y que asoma la cabeza periódicamente, cuando esos intereses se revelan más poderosos que ningún principio, ni liderazgo, ni ideal.
El de ayer fue un nuevo episodio que lo exhibe. Una mayoría decidió no quitarle el fuero a un diputado (Cuauhtémoc Blanco) que está acusado, nada menos, que de haber intentado violar a una mujer (su media hermana). No se discutía si era culpable o inocente, sólo si debía enfrentar la acusación como cualquier mexicano. Decidieron que no. Nada más lejano al espíritu original del fuero, que pretendía garantizar la libertad de los legisladores de expresarse sin miedo a ningún tipo de persecución, que utilizarla para proteger a un hombre frente a semejante acusación. Ni siquiera pesó entre las y los legisladores lo aberrante que significa cubrir a un diputado con un manto de protección frente a ese delito en momentos en los que se presume el triunfo de las mujeres por la llegada de la primera mujer a la Presidencia de la República. Nada importó. (Está por demás decir que Cuauhtémoc Blanco no está siendo objeto de ninguna persecución. El diputado hoy pertenece a un movimiento que tiene la Presidencia, el gobierno del estado que gobernó, la mayoría constitucional en el país, y, el fiscal con el que tenía serias divergencias ya fue removido).
Entonces, ¿por qué votó la mayoría de Morena, PRI y PVEM por protegerlo? El argumento que esgrimieron los diputados ayer es que la carpeta de investigación que les entregó la Fiscalía del Estado de Morelos está mal integrada (Noticia, señores legisladores: así están integradas el 99,9% de las carpetas en el país). Serios, uno tras otro, invocaron el imperio de la ley y el sacrosanto estado de derecho para mantenerle el fuero. El momento cumbre llegó cuando el diputado del Partido Verde, Raúl Bolaños, con grandilocuencia y sin sentido alguno del ridículo anunció que votaría por mantener el fuero de Blanco incluso a costa de él ser perseguido. (“Si el precio de la justicia es la persecución, lo pagaré con gusto”).
La verdadera razón está en el ‘hoy por ti, mañana por mí’. Anoche no sólo durmió tranquilo Cuauhtémoc Blanco, también descansó aliviado Alejandro Moreno, sobre quien pesa una acusación por enriquecimiento ilícito durante su gestión como gobernador de Campeche. Tranquilos también se fueron de la sesión todos los diputados, de todos los partidos, que no descartan ser señalados en cualquier momento por actos indebidos. Un triunfo más del pacto de impunidad.