¿Liberación o suicidio?

Ciudad de México /

Estamos a horas de saber la magnitud del golpe que el presidente Donald Trump le va a infringir a un mundo que Estados Unidos, como ningún otro país, contribuyó a construir después de la Segunda Guerra Mundial. En 1947, se creó el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduanas y Comercio) por iniciativa de Estados Unidos, que buscaba generar una mayor interdependencia entre los países para generar riqueza y disminuir las posibilidades de una nueva guerra. Desde entonces, el comercio mundial ha crecido en 4,400 por ciento. Uno de los grandes beneficiarios de ese orden mundial ha sido indiscutiblemente Estados Unidos, cuyo PIB per cápita creció en 4,312 por ciento. Eso sí, con una creciente desigualdad en los últimos años.

Trump ha decidido que ese mundo resulta injusto para su país y pretende remediarlo imponiendo aranceles a todos los países que busquen acceder al mercado estadunidense. La explicación que da Trump es muy sencilla: en el proceso de creciente mundialización, Estados Unidos perdió buena parte de sus empleos industriales dejando a un sector de su población desocupado, sub-ocupado y lastimado. Para responderle a sus votantes, Trump va a hacer todo lo posible por llevar esos empleos de regreso a Estados Unidos haciendo más costoso que las empresas vendan en su país productos fabricados en otras partes. Suena sencillo. Pero detrás de la lógica del “Día de la liberación”, como lo llama Trump, hay un olvido sobre el origen de la riqueza de su país y una gran apuesta.

El olvido: que es gracias a esa maquinaria (infernal) que impone el capitalismo (que ellos han defendido como nadie) de una competencia sin cuartel por producir siempre a menor precio, siempre más rápido y con mayor flexibilidad, que hoy los bienes de consumo en su país son tan (absurdamente) baratos. Qué a Estados Unidos le resultó funcional mantener un déficit fiscal porque con eso contribuyó a generar crecimiento en otros países y multiplicar así a los potenciales compradores de sus productos. Qué su país apostó por perder esos empleos tradicionales (que además son los más vulnerables frente a la inteligencia artificial) a cambio de generar empleos en sectores más especializados, con mayor productividad e innovación como los que se generan en desarrollo de software, inteligencia artificial, servicios financieros, biotecnología, investigación, comercio electrónico y entretenimiento.

Muchos sistemas terminan cuando sus líderes han olvidado la razón de ser de lo que perciben como incomodidades, molestias o absurdos. El sociólogo Norbert Elias narra cómo una de las razones por las que Luis XVI acabó con la cabeza cortada y con el Antiguo Régimen Francés es porque ignoraba la razón detrás de algunos de los mecanismos que había ideado su abuelo Luis XIV, el Rey Sol, para mantener inquebrantable la lealtad de los nobles de su tiempo. Y eso incluía garantizarles la cercanía con él, literalmente, por lo que los aristócratas más distinguidos lo despertaban, lo ayudaban a bañarse y lo acompañaban a hacer sus necesidades. Luis XVI no lo soportó, rompió con las reglas de la Corte, y acabó sin cabeza.

Trump claramente actúa sin conciencia del complicado mecanismo que llevó a Estados Unidos a ser la potencia que definió los últimos ochenta años del mundo y parece estar haciendo una apuesta riesgosísima: que puede seguir siéndolo, modificando las reglas y confrontándose con el resto del mundo. Ya veremos.


  • Denise Maerker
  • Periodista con amplia trayectoria en medios de comunicación, ha sido la cara de importantes noticieros como "En Punto", y "Atando cabos". Su enfoque claro y directo en los temas de coyuntura la ha convertido en una de las figuras más confiables del periodismo mexicano.
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