Porque así es el sistema

Ciudad de México /

“Mira, Brenda, ellos son los dueños del balón, de la portería, de la cancha y del árbitro. ¿Cómo piensas ganarles? No te van a dejar ganar nunca, no van a reconocer que se equivocaron. Mejor déjalo ahí”, aconsejó el abogado tras la liberación de Mario


SERIE PERIODÍSTICA “EL ESTIGMA BEZARES” / CAPÍTULO IX


Tras un largo recorrido de muchos meses, de muchas apelaciones y de muchas presiones, llega el día del fallo. El abogado me advierte: “El juez tiene cinco veredictos en su escritorio. No sabemos cuál va a sacar, así es que prepárate por si Mario va a quedar libre o por si se va a quedar más tiempo”.

Yo no entendía por qué existía la posibilidad de que se quedara más tiempo si ya El Cocinero había confesado su falso testimonio y todas las demás pruebas de la Procuraduría se habían caído, pero el abogado me decía: “Te voy a decir por qué: Porque así es el sistema. Tienes que ser fuerte, no te quiero ilusionar, porque si te ilusiono en decirte que va a salir y no sale, te vas a sentir peor. Tienes que estar preparada para cualquier posibilidad”.

Había muchos panoramas. Me acuerdo de que ese día en la mañana fui al Santísimo, a la Iglesia. Ahí estaba pidiéndole a Dios, orando que ya se terminara este infierno. Luego me voy al juzgado. Recuerdo que no se podía ni entrar. Había no sé cuántos medios internacionales, nacionales y los que te puedas imaginar.

Cuando empiezan a decir los veredictos, el de Mario no lo decían y no lo decían... Yo volteaba con el abogado y me decía: “Cálmate, cálmate, no llores”. Yo siempre soy bien chillona, pero él me decía que tenía que ser fuerte, pero yo ya no podía ser fuerte. Al fin dicen el veredicto de Mario y todo fue una fiesta.

Mario sale y me acuerdo de que había miles de personas afuera esperándolo. Era tanto el cariño de la gente que nos sacaron casi creo que en vilo por arriba de los carros. Fue un día que no se me olvida, un día maravilloso, donde él llega y al fin ve a sus hijos, porque mis hijos no lo conocieron en la cárcel, jamás fueron a la cárcel, solo el más chiquito lo fue a ver, muy bebé, una vez, pero el grande jamás lo vio en la cárcel.

Siempre dije que la cárcel no era para Mario, que Mario no pertenecía a ese lugar y que mis hijos no tenían por qué verlo en ese lugar, entonces, cuando se reúne con los niños ahí en la casa, fue una fiesta absoluta. Fue maravilloso ver las caras felices de mis hijos.

***

¿Qué hicimos después? Recuerda que yo venía muy desgastada, muy dolida y muy lastimada. Había pasado por muchas situaciones, tenía mucho coraje y mucho resentimiento con él, porque sentía que por su culpa había sucedido esto.

Aunque él no había tenido la culpa, era tanto mi coraje que yo no hallaba con quién desquitarme, quién me la pagara, porque además, cuando Mario sale yo le digo al abogado que quiero demandar al gobierno, que quiero meter una demanda y que me paguen todo lo que me han quitado, por todo el dolor, pero el abogado me dijo: “Mira, Brenda, ellos son los dueños del balón, de la portería, de la cancha y del árbitro. ¿Cómo piensas ganarles? No te van a dejar ganar nunca, no van a reconocer que se equivocaron. ¿Para qué le vas a meter dinero bueno al malo y para qué te vas a desgastar en una situación así? Mejor déjalo ahí”.

Brenda durante una de las audiencias. Especial

Pero yo tenía un coraje, entonces, obviamente, cuando Mario sale, él me olía a todo eso, me olía a cárcel, me olía a culpa… Yo tenía mucho coraje contra él. Acuérdate de que nuestra relación venía muy mal desde antes, así es que yo le achacaba que por su culpa yo había pasado todo ese proceso. La verdad es que yo no era buena y él tampoco estaba bien.

Yo me preguntaba: ¿De dónde me agarro para levantar esta relación y para salir adelante?

Los primeros días sí, a gusto porque él estaba con sus hijos, pero también él no estaba bien, estaba perdido. Estaba como ido, no se sentía presente. Y luego había muchas cosas que resolver: el dinero, la casa, las deudas, todo lo que nos habíamos endeudado por el caso… porque una casa sigue y no había quien generara dinero en ese momento.

***

Empezamos a trabajar en Tv Azteca. Yo en un programa matutino y Mario en su propio programa. Tratamos de levantarnos, de hacer cosas y todo, pero no es hasta que nos ofrecen un programa en Los Ángeles, que es donde medio nos reencontramos Mario y yo. Ahí me acordé de quién era Mario y por qué estábamos juntos, ahí fue donde realmente nos reencontramos, porque ya estuvimos fuera de los amigos, de la familia... Nada más estábamos él y yo con los hijos. Eso nos sirvió para reinventarnos.

Nunca como tal fuimos a terapia en ese momento, porque estábamos preocupados por otras cosas como generar dinero y salir del bache. Recuerda que lo perdimos todo, o sea, todo es todo: desde mi seguridad, mi autoestima hasta el dinero, así es que estábamos enfocados en tener algo que ofrecerles a nuestros hijos.

Pero aunque no fuimos a una terapia como tal, si hablamos mucho, platicamos mucho y ya hasta después de unos años fuimos a terapia. De hecho, en la actualidad seguimos en terapia, pero no de pareja, porque todavía hay muchas cosas que me duelen a mí, aparte hay muchas cosas que aparentemente están sanadas, pero no lo están.

 

***

¿Sabes qué duele mucho? Que la gente te señale sin saber, porque la gente no sabe quién eres, pero habla de ti como si te conociera o te juzga por algo que ni siquiera sabe qué hiciste o no hiciste. Simplemente, por el hecho de que lo dijeron en la televisión o lo escuchó por ahí, la gente juzga. Imagínate tú: Voy con mis hijos a cualquier lado, chiquititos y vas pasando y sientes el cuchicheo, en lugar de ser empático porque ser víctima de una injusticia nos puede pasar a cualquiera.

Nadie está exento de una injusticia en México, entonces tienes que ser empático con este tipo de cosas, porque en lugar de cuestionar cómo está un gobierno, cómo te están diciendo las cosas y los propios actos, lo primero que te dicen es lo primero que tú crees.

Sí hay muchas cosas que tengo que trabajar en mi persona, precisamente, por lo mismo, porque hay cosas injustas que he tenido que vivir sin deberla ni temerla. Fue un efecto dominó que me tocó a mí sin quererlo. Me afectaron en muchas cosas de mi salud mental. Lo que más me dolía era mi familia, mis hijos.

Hemos vivido con un estigma durante todos estos años y sé que esa cicatriz va a estar ahí, como la de mi corazón. Tengo que aprender a vivir con eso. ¿Duele? Claro que duele. 

CONTINUARÁ…


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