La plutocracia corporativa

Ciudad de México /

Existe una peculiar costumbre en el sistema electoral de Estados Unidos, que consiste en que políticos, celebridades y medios de comunicación otorgan públicamente su respaldo (endorse) a tal o cual candidato. Así hubo hace un par de meses un pequeño furor cuando Taylor Swift expresó su respaldo a Kamala Harris, pues la idea es que esto influiría en el voto de sus millones de fans. Y en días recientes hubo otro pequeño furor cuando el Washington Post, periódico propiedad del dueño de Amazon, Jeff Bezos, que se ha considerado tradicionalmente una especie de baluarte de la democracia en Estados Unidos, se negó públicamente a apoyar a ninguno de los candidatos. Al ser un periódico que teóricamente tendría que haber apoyado a Harris, la negativa se entendió más bien como un apoyo tácito a Donald Trump, y mucha gente está interpretando el gesto, así como otro similar de Los Angeles Times, como una especie de obediencia y sumisión anticipada a una posible presidencia de Trump.

En El contrato social, Rousseau postuló que una de las condiciones para la expresión de la voluntad general es que no hubiera comunicación al respecto entre los ciudadanos, para que cada cual votara libremente y sin estar influido por otros. Cuestión que es obviamente imposible en sociedades tan masivas y complejas como las actuales, pero no deja de ser curioso que una cantante o un periódico deban decirle por quién votar a ciudadanos teóricamente libres y bien informados. Pero en tanto este pastoreo electoral sí forma parte sustancial de la contienda electoral en Estados Unidos, el hecho de que un magnate como Bezos impida que el Washington Post se pronuncie, para con ello respaldar tácitamente a Trump, resulta altamente simbólico, y va en la misma dirección del muy abierto apoyo y gasto millonario de Elon Musk para procurar que sea Trump el ganador de las próximas elecciones.

¿Por qué querrían lo anterior Bezos y Musk? La respuesta parecería estar dada por una reunión que sostuvieron los directivos de Blue Origin, la empresa de tecnología aeroespacial también propiedad de Bezos, con el propio Donald Trump, exactamente el mismo día en que el Washington Post anunció que no respaldaría a ningún candidato. Ello porque Blue Origin compite por lucrativos contratos gubernamentales, y cuando Trump triunfó en 2016 su gobierno otorgó a Microsoft en lugar de Amazon contratos por 10 mil millones de dólares, maniobra que fue ampliamente interpretada como venganza por el respaldo del WP a Hillary Clinton. Con lo cual parecería que Bezos no quiere quedar rezagado frente al abierto apoyo de Musk a Trump, y ha decidido alinear a su periódico insignia para congraciarse con un potencial regreso de Trump, en busca de los contratos multimillonarios que estarían en juego.

Tampoco es que nada de lo anterior resulte en exceso sorprendente, y es muy bien sabido el enorme peso que desempeña el dinero en el sistema electoral de Estados Unidos, donde cotidianamente se reportan las cifras de recaudación de las distintas campañas, con la no tan sutil implicación de que a mayor cantidad de dinero, mayor cantidad de votos (Rousseau se retorcería en su tumba de conocer los procedimientos de la democracia gringa). Pero sí son temas que descubren otro tanto el ropaje democrático que recubre lo que más bien es una plutocracia corporativa, donde los intereses de los ricos y los superricos son absolutamente prioritarios. ¿Y este es el policía del mundo que se permite dar lecciones de democracia a diestra y siniestra?


  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
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