Las pequeñas tristezas de The National

Ciudad de México /

Cuando tuve en 2019 la oportunidad de entrevistar a Matt Berninger, vocalista de The National, le pregunté sobre la reputación de la banda como deprimente. Él respondió que para ellos no era así, en primer lugar porque al escribir sobre tristeza o depresión se produce una especie de alivio o catarsis artística, con los cuales la gente conecta. Pero, además, afirmó: “El público acude en masa a nuestros conciertos y hacen fila para cantar juntos estas canciones tan tristes. A veces la gente viene sola a los conciertos y casi todas las canciones se escriben en soledad, así que es maravilloso ver a miles de personas juntas, cantando con tanto placer y alegría, emborrachándose. Hay algo muy saludable en el hecho de convertir en arte nuestros miedos mayores y lo que más aborrecemos de nosotros mismos, las cosas de las que el mundo nos dice que deberíamos sentirnos avergonzados.”

The National volvió a México este jueves 10 de octubre, para tocar en el Palacio de los Deportes junto con Silver Rose y The War on Drugs. Y ya el hecho de que el show fuera en el Palacio y no en el Pepsi Center atestigua un cierto recorrido hacia una mayor visibilidad, como también el hecho un tanto sorprendente de que se viera a bastante gente muy joven en el público (quizá es parte del efecto de la colaboración tanto de Aaron Dessner como de The National con Taylor Swift). Y quizá por este carácter más masivo se experimenta un tanto más difusa la energía del pathos catártico de la melancolía colectiva a la que aludía Berninger en la citada entrevista. Pero la banda suena quizá mejor que nunca y hacen arreglos específicos que resalta la dinámica de las canciones, por ejemplo en “England” o espectacularmente hacia el final en “About Today”, donde la voz de Berninger acompañada casi sólo de una figura de guitarra acústica envuelve al Palacio entero. Y no falta también el toque humano y personal de que por dar un trago a su bebida Matt llegue tarde para cantar el comienzo de “Conversation 16”. O que por más que no sea un recurso novedoso, sí se desate una pequeña euforia colectiva cuando se baja a cantar y gritar en medio del público, que participa respetuoso del momento orgiástico, al palmear y estrechar a Matt con intensidad pero sin llegar a lo desmedido.

En un reciente artículo que les dedicaron en el New Yorker, Berninger cuenta que en años recientes vivió una depresión profunda que le impedía casi comunicarse y escribir canciones. En busca de salir del marasmo creativo un día tomó Frankenstein de Mary Shelley del librero y lo abrió y apareció la palabra “tranquilize” [tranquilizar]: “tranquilized oceans” [oceanos tranquilizados], “poles” [polos], y de ahí pudo escribir la canción “Your Mind is Not Your Friend”, y por lo significativo del episodio es que el último disco se titula “First Two Pages of Frankenstein”. Al comienzo de la canción Berninger canta “Your imagination/Is in an awful place” [Tu imaginación/está en un lugar terrible], y posteriormente aparece la influencia frankensteiniana: “Tranquilize the ocean/Between the poles” [Tranquiliza el océano/Entre los polos]. Al escucharlo, al igual que sucede en general con la música de The National, se produce una extraña complicidad con el predicamento y las pequeñas tristezas cotidianas que recorren su música. Lo cual en una época adicta a la ira y en general a las grandes emociones épicas termina por ser extrañamente reconfortante, y más cuando ocurre en comunión con más de10 mil personas, como sucedió en el Palacio de los Deportes el jueves anterior.

  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
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