No hay vida. Hay restos. Hay tenis, sandalias, botas, mochilas tiradas. Más de 400 pares de zapatos cubiertos de polvo. Sudaderas, llaves, playeras, gorras, carteras y cinturones. Se hallan crematorios clandestinos que contienen, además de ceniza, huesos humanos calcinados.
Izaguirre Ranch, en el municipio de Teuchitlán, Jalisco, ya había sido cateado en 2024 por integrantes de la fiscalía local, acompañados de la Guardia Nacional. Hace seis días, 5 de marzo de 2025, miembros del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco recibieron una llamada anónima. Dieron aviso y acudieron.
El lugar, donde meses atrás estuvieron autoridades, es un campo de adiestramiento y exterminio del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Las imágenes de artículos pertenecientes a víctimas de desaparición forzada, reclutamiento y matanzas evocan las de campos de concentración y aniquilación de la Segunda Guerra Mundial. “La historia no se repite, pero rima”, me dijo en alguna ocasión Jacobo Dayán.
El verso macabro ahora incluye un altar de la Santa Muerte, figuras de santería y restos de un sitio de tiro. La tierra cubre de gris las pertenencias de menores de edad, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres que no regresaron a casa.
Miriam, mamá de David Alejandro, llegó a las puertas del predio. “Él llevaba una camisa azul, era de los Dodgers”, le dijo a nuestro colega reportero. “Probablemente ya estén descansando (sus seres queridos), pero queremos saber qué pasó, tener un poco de paz”, exclamó.
Avanzaron los días. Ayer la presidenta Sheinbaum mencionó: “No, pues, obviamente es terrible”. Señaló que la FGR podría atraer el caso y pidió que se indague el actuar de la fiscalía estatal.
La soledad. El desamparo. Las reiteradas respuestas en el país donde los límites del poder narco-político-económico se desdibujaron.
¿De quién era esa maleta moteada o ese calzado beige con la agujeta aún amarrada o ese guarache de plástico junto a otro que no es su par? ¿Cuántas pieles lastimadas? ¿Cuántas almas rotas? ¿Cuántas historias olvidadas?
Entre los objetos se encuentran cuadernos. Y la foto de una niña. Y el dije de una mujer…
Y hojas con mensajes. Son cartas de despedida.
Aquí entre nos
Teuchitlán no es el único lugar en México donde las madres buscadoras han encontrado campos de exterminio de la dictadura del crimen organizado.