Razones para sentirnos estresados puede haber muchas, pero el motivo principal de la ansiedad ocurre cuando dejamos de vivir de manera natural en el presente y en contacto afectivo con otras personas.
Pasamos demasiado tiempo frente a una pantalla, mirando a personas que no conocemos y que probablemente no vamos a conocer. Espiando la vida de gente extraña.
Mirando en la televisión a personajes absurdos, viviendo roles completamente artificiales y antinaturales. Y tenemos al mismo tiempo, relaciones interpersonales profundamente debilitadas.
Cuando dejamos de estar en contacto con la vida real, es imposible esperar un buen funcionamiento de la esfera mental: casi todo lo hemos convertido en una farsa.
Vivimos en hogares en donde no somos felices y simulamos que somos una familia.
Traemos hijos al mundo con los que no platicamos y a los que no les hacemos caso; antes los educaba la televisión, ahora los educa una tableta con videojuegos.
Antes nos leían cuentos para dormir; ahora los arrullamos con el iPad porque nos da flojera hacer la labor de ser padres.
La mayoría de los niños no hacen ejercicio: solo juegan a hacerlo en una consola. Con ese terrible sedentarismo ¿cómo podemos asombrarnos de los problemas de obesidad infantil
y de los trastornos de ansiedad en los chicos?
Antes nos enamorábamos cara a cara, en un gradual cortejo para conocernos de cerca.
Platicábamos y hacíamos cosas juntos. Hoy solo le damos “me encanta” a una foto y con eso queremos dar a entender que la persona nos atrae…
Usamos aplicaciones de citas virtuales porque ya no sabemos cómo relacionarnos de cerca. Hemos ido perdiendo poco a poco la capacidad de vinculación.
Comemos y tomamos leche que no es leche, y carne que no es carne. Hasta la comida que tenemos es un autoengaño.
Hemos enfocado nuestros esfuerzos tecnológicos para desarrollar y usar inteligencia artificial y cada vez pensamos menos por nosotros mismos.
Y cada vez pasamos menos tiempo en compañía de los que amamos.
En un mundo donde estamos cada vez más alejados y desvinculados, es de esperarse que la tensión y la angustia sean el pan de cada día en nuestra vida. Entre más alienados, más ansiosos.