Gil ha escrito en diversas ocasiones que somos maestros en paradojas. México tiene la Feria Internacional del Libro más importante de habla hispana y al mismo tiempo una industria editorial moribunda. Se ha iniciado la FIL dedicada a España, pero lo hace en un contexto adverso para el libro, la lectura y la democracia en México.
Yanet Aguilar Sosa, reportera cultural de fuste y fusta de su periódico El Universal, ha escrito una nota bien tramada sobre esta paradoja. “La industria editorial no sólo ha tenido que remontar el impacto económico que implicó la pandemia, sobre todo han sorteado seis años de una administración federal, la de la llamada Cuarta Transformación, que no tuvo ninguna política pública integral en torno al libro y la lectura, canceló todos los programas de apoyo a la industria que existían y centró sus acciones a favor del libro desde el Fondo de Cultura Económica”.
No habría mucho que agregar a esto que escribe Janet Aguilar, tal vez algo: Gil hubiera esperado de las editoriales pequeñas y medianas y por qué no, también de los muy grandes consorcios editoriales, un documento en protesta por el descobijo estatal del libro, pero sobre todo de la cultura mexicana.
Al presupuesto cultural lo desbarataron y al libro los pulverizaron. Pero las editoriales pequeñas y medianas, insiste Gil, no parecen preocuparse; cada quien para su Santo. Ese Santo será tarde o temprano la desaparición: el fin de la diversidad. Ese documento no existe en Guadalajara, no sea que se vaya a enojar Taibo, jefe mayor del libro oficial de México.
Ciertamente la FIL ocurre en un estado gobernado por Movimiento Ciudadano y con una estructura que levantó, con todas la críticas que usted quiera y mande, Raúl Padilla.
Caniem
Gilga no quisiera empezar este párrafo sin escribir que la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana no sirve para nada, y nada es nada. Janet Aguilar dice que impera la esperanza en los agremiados de la Caniem de que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum muestre interés en recuperar una política pública del libro.
Gil no recuerda un solo momento interesante de la Cámara a favor del libro mexicano. Si desapareciera hoy, no perderíamos nada, más bien ganaríamos, una estructura enorme e inútil que se esfuma. Ahora mal sin bien, si usted recuerda un momento culminante de la Caniem, aquí está Gilga para registrarlo. La Caniem defiende a los grandes sellos, y Gamés no se refiere a Planeta y Random, la Cámara defiende grandes sellos estadunidenses que se han adueñado del libro de texto. Así como lo oyen.
Desastre
Recuerda Yanet Aguilar: el Módulo sobre Lectura (Molec) 2024, levantado por el Inegi y presentado en abril pasado, mostró que este año los mexicanos que declararon ser lectores disminuyeron en 14.6 puntos porcentuales con relación a la cifra de la primera medición del Molec realizada en 2015. En tanto que la Cuenta Satélite de Cultura de 2023, también presentada por el Inegi hace unos días, indica que una de las áreas con mayor disminución de la cultura en el PIB fueron precisamente libros, impresiones y prensa, cuya caída fue de 8.5%, con respecto a 2022. ¿Cómo la ven? Escrito esto sin la intención de un albur impreso.
Y sale el papanatas Hugo Setzer, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, a reconocer “que además de la pandemia —que los colocó en una compleja situación económica—, la cancelación de programas de coedición, compra de libros para bibliotecas y sobre todo la interrupción en 2023 de la producción y venta del programa de Libros de Texto Gratuitos para Secundaria los puso ante un escenario complicado, que es la situación con la que ahora llegan a la FIL”.
Oigan a este prócer editorial apellidado Setzer: “Estoy convencido que se requiere una política pública adecuada en donde se vea de manera integral a la lectura y al libro como motores de crecimiento y de desarrollo educativo, cultural e incluso económico de México, y no como una entidad que necesita alguna limosna del Estado; que más bien se vea como una industria con todo el potencial de desarrollo que tiene la lectura y el libro en nuestro país, como lo ha tenido en otros países, que es el caso de España. España, con una tercera parte de la población de México, es una de las potencias en la industria editorial en el mundo”. Grandísimo papanatas, nada más se tardó seis años en meditar esta declaración: un cataplasma.
Dicho lo cual, que siga la FIL, grandísima feria del libro.
Todo es muy raro, caracho, como diría Francoise Sagan: “La gente que escribe libros rara vez son los intelectuales. Los intelectuales son gente que habla de los libros que han escrito otros”.
Gil s’en va