Los caminos energéticos sostenibles son vitales para los pueblos de todo el mundo. Teniendo esto en cuenta es prudente apreciar las repercusiones en el mundo real de los escenarios y las políticas orientadas a la promoción de las energías renovables y los vehículos eléctricos. Hay muchos elementos que forman parte de esta discusión, uno de ellos es el papel que desempeñan los minerales críticos.
Estos minerales, como cobre, cobalto, silicio, níquel, litio, grafito y los minerales de tierras raras, sustentan el desarrollo de las energías renovables y los vehículos eléctricos. La Agencia Internacional de Energía (AIE) afirma, en su escenario de emisiones netas cero para 2050, que la demanda de minerales críticos se cuadruplicará hacia 2040. Es un ritmo de crecimiento nunca visto antes en la historia.
El propósito de resaltar esto no debe, en modo alguno, restar importancia al rol estratégico que la OPEP concede al papel de las energías renovables y la electrificación en nuestro futuro energético. Nuestros países miembros están invirtiendo actualmente en renovables, en todas las fases de sus cadenas de suministro, así como participando de manera decisiva en el desarrollo de vehículos eléctricos.
Sin embargo, debemos considerar cuidadosamente la naturaleza de dicho crecimiento en las necesidades de minerales críticos. ¿Es factible este tipo de expansión? ¿Cuáles son sus implicaciones? ¿Hasta qué punto es sostenible? ¿Cuán importante son el petróleo y el gas para dicha expansión de los minerales críticos, así como las energías renovables, los vehículos y las redes eléctricas?
En el escenario referido por la AIE, para 2040, la demanda de cobre aumentará 50 por ciento, la de tierras raras casi se duplicará, la de cobalto crecerá más del doble, mientras que la de níquel estará cerca de triplicarse. Estos no son, ni de lejos, los mayores aumentos. La demanda de grafito puede crecer hasta cuatro veces y la de litio experimentará un crecimiento cercano a 800 por ciento, subrayando su rol crucial y presencia en las baterías.
Esto requerirá la construcción de un gran número de nuevas minas. Ya en 2022 la AIE indicó que, solo para 2030, el mundo necesitará construir 50 minas de litio, 60 de níquel y 17 de cobalto.
Hay que tener en cuenta que, históricamente, los proyectos críticos de la cadena de suministro, como los de este tipo de materias primas, han tenido largos plazos de desarrollo desde el descubrimiento hasta la primera producción registrada. Cabe analizar lo siguiente: ¿es este patrón de crecimiento realista? Además, ¿cuál puede ser el impacto si el crecimiento registrado se halla por debajo de lo requerido e, igual de relevante, qué pasará si los responsables del diseño de políticas públicas también siguieran el camino de frenar la inversión en nuevos proyectos de petróleo y gas?
El desarrollo de minerales críticos implica actividades invasivas de extracción y procesamiento, lo cual subraya la dureza física de un mundo electrificado. Vehículos eléctricos, turbinas eólicas y paneles solares, así como las nuevas redes eléctricas, se encuentran ávidas de minerales críticos. Esto se pone de manifiesto al hacer comparaciones.
Un vehículo eléctrico contiene alrededor de 200 kilos de minerales. En contraste, un vehículo convencional utiliza 34. Un megavatio de electricidad producido por una turbina eólica en altamar requiere 15 toneladas de minerales, mientras que la cifra para la energía solar es de 7 toneladas. En el caso del gas natural, es más de una tonelada.
La extracción de minerales críticos es también una actividad extremadamente intensiva en energía, que al día de hoy opera a través de los hidrocarburos. No puede funcionar de otro modo.
El uso de carbón y gas es vital en el proceso de refinación de los minerales, mediante múltiples procesos térmicos y químicos. Ejemplo de ello es el proceso de mezclado para la eliminación de otros metales y el calentamiento a altas temperaturas para la producción de formas más puras. Productos derivados del petróleo son también empleados en excavadoras, buldóceres y camiones, así como en diversos medios de transporte para el traslado de los minerales desde los centros de suministro y de demanda.
En este aspecto también es importante recalcar lo expresado en recientes ocasiones en este valioso espacio en MILENIO, donde hemos destacado cómo la producción de turbinas, paneles solares y vehículos eléctricos no puede lograrse sin productos vitales derivados del petróleo. La industria petrolera, las energías renovables y los vehículos eléctricos no se hallan separados el uno del otro. No operan de forma aislada.
Otro punto crucial es el consumo de energía. Las actividades mineras pueden multiplicarse por más de cinco a mediados de siglo y se prevé que una de las mayores fuentes de nueva demanda de minerales, sobre todo de cobre, proceda de la necesidad de nuevas infraestructuras de redes eléctricas, como líneas de alta tensión y transformadores. En un mundo con cero emisiones netas, según Bloomberg NEF (BNEF), la red eléctrica tendrá que extenderse hasta el sol ― una distancia de unos 152 millones de kilómetros.
¿Es realista pensar que las energías renovables puedan hacer frente, por sí solas, a la expansión eléctrica prevista, sobre todo considerando que el mundo ha invertido más de 9.5 trillones de dólares en el “proceso de transición” durante las dos últimas décadas y, a pesar de ello, los sectores eólico y solar solo suministran menos de 4 por ciento de la energía mundial, mientras que los vehículos eléctricos tienen una tasa de penetración global total de entre 2 y 3 por ciento? De cara al futuro, BNEF, en su reciente reporte titulado New Energy Outlook, expresa que dicho escenario cero neto costará 250 trillones de dólares en 2050.
Responsables políticos se están dando cuenta de los intensos requerimientos en materia de minerales de los escenarios iniciales cero neto, y existen serias dudas sobre cuán viable será aumentar continuamente la producción de minerales críticos, basándonos en el hecho de que el porcentaje de aumento de la inversión mundial en 2023 se situó en un nivel inferior al de 2022.
Aquellos que hablan de que los minerales críticos ofrecerán al mundo un futuro exclusivo de energías renovables y vehículos eléctricos no están brindando una imagen completa. Como sigue defendiendo la OPEP, hay múltiples caminos energéticos futuros para las naciones y pueblos de todo el mundo, y todos debemos ser realistas sobre cómo estos pueden materializarse.