De la “supremacía del poder reformador”

Ciudad de México /

Esta es la fórmula que han encontrado el gobierno y sus legisladores para su proyecto de anular a la Suprema Corte como revisora de las reformas constitucionales que pueda hacer el Congreso.

La fórmula no habla del equilibrio de poderes que ordena la Constitución, sino de la supremacía del Poder Legislativo sobre el Poder Judicial.

Ya desde ahí podría decirse que es un proyecto sustantivamente anticonstitucional, pues contradice la parte esencial de la Constitución que establece la división y el equilibrio de poderes.

La palabra supremacía exuda espíritu antidemocrático, trae a la memoria desdichadas tentaciones autoritarias en otros ámbitos.

La palabra está asociada en la historia a causas deplorables: la supremacía blanca del esclavismo estadunidense, la supremacía aria del nazismo, la supremacía militar del mundo establecida con las bombas de Hiroshima y Nagasaki.

La palabra supremacía está asociada a la dominación de una causa sobre otra y a la subordinación de las causas menores a la causa superior.

Aquí y ahora, la expresión “supremacía del poder reformador” quiere decir que el Poder Legislativo es superior al Poder Judicial, y que éste debe subordinarse a  aquél.

En ello coincide el Poder Ejecutivo de la República que, como a todos nos consta, es el verdadero dueño del “supremo poder reformador”, pues todo lo que el “supremo poder reformador” aprueba en estos días al galope, le ha sido dictado, dictado es la palabra, por el Poder Ejecutivo.

Asistimos al intento de establecer constitucionalmente la irrelevancia del Poder Judicial y de la Suprema Corte, ante los otros dos poderes del Estado: el “Poder Legislativo y su verdadero dueño, el Poder Ejecutivo, que le dicta lo que debe hacer.

Creo que el intento de llevar a la Constitución esta supremacía del Poder Legislativo, es, como dije, sustantivamente anticonstitucional, y pone a México en los terrenos legales de la autocracia y la dictadura.

Destruye el régimen de división de poderes y legaliza  la posibilidad de un ejercicio del poder autocrático, dictatorial.

La historia nos enseña que quien recibe poderes autocráticos, dictatoriales, tarde o temprano los ejerce.

En eso andamos.


  • Héctor Aguilar Camín
  • hector.aguilarcamin@milenio.com
  • Escritor, historiador, director de la Revista Nexos, publica Día con día en Milenio de lunes a viernes
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