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Huidos de Teuchitlán

Ciudad de México /

“Le llamaban La Escuelita, pero entre sus muros no había aulas ni pupitres. No había maestros ni estudiantes. Lo que había en las entrañas áridas de Teuchitlán, Jalisco, eran instructores que formaban a sangre y fuego a próximos soldados del narco; jóvenes reclutas a los que llevaban, en su mayoría, con engaños” (Víctor Manuel Ornelas, MILENIO, 13 marzo 2025).

“Desde que llegamos a la casa me dijeron que me encuerara, que me quitara el bóxer. Había que brincar por si traías un chip en el culo (sic) (…) En eso nos dicen ‘desde este momento empiezas a trabajar, ¿tienes algún problema?’”, cuenta uno de los sobrevivientes.

“Dormíamos en posición fetal, muy pegados unos de otros, porque se llevaban gente, pero casi a diario llegaba gente nueva”.

“Todos los días nos pegaban por cualquier cosa, así nos mantenían con miedo. Desde que llegamos lo primero que te hacen —luego de que te desnudan— es agarrarte a tablazos”.

“Los que me tocó ver a mí, los mataron porque preguntaban si alguien quería irse y los que respondían que sí, los mataban enfrente de todos. También mataban a los que se querían escapar brincándose la barda”.

“Los dejaban correr y cuando se colgaban de la barda es cuando les disparaban”.

“Ahí no hay ‘no puedo, no quiero’. Nada. Si te mandan por un papel de baño o te piden torturar a tu compañero, lo tienes que hacer. No hay más oportunidades”.

“Te enseñan a moverte en interiores, a saber ubicar salidas, zonas seguras o emboscar”.

Víctor Manuel Ornelas: “Hasta el fondo del rancho se encontró La Carnicería, lugar bautizado así por los instructores del terror porque es ahí donde enseñaban a desmembrar restos humanos”.

“No nos enseñaban una técnica como tal, más bien era como tú fueras entendiendo. No hay día que no piense en eso y no hay día que no me atormente. Al principio ni podía dormir, pero en ese momento tenía que hacer las cosas para seguir vivo”.

“Yo estoy de este lado porque nunca perdí la fe en Dios y, lamentablemente, y Diosito lo sabe, a lo mejor tuve que hacer varias cosas para ganarme varios privilegios”.

¿Campo de adiestramiento? ¿Campo de exterminio? ¿Campo de adiestramiento para el exterminio?


  • Héctor Aguilar Camín
  • hector.aguilarcamin@milenio.com
  • Escritor, historiador, director de la Revista Nexos, publica Día con día en Milenio de lunes a viernes
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