“Sergio compró un cuadro... es blanco. El fondo es blanco, y sobre ese fondo blanco alcanzan a distinguirse un par de líneas diagonales... blancas también. El precio exorbitante de esta ‘explícita’ pieza de arte y su actitud ante ella despertarán una serie de cuestionamientos de parte de su mejor amigo Marco y del siempre amable Iván, revelando que la armoniosa relación que este grupo de amigos ha creído tener durante años tal vez tenga más espacios en blanco que el cuadro mismo”.
El texto anterior es la sinopsis de Arte, y la reproduzco tal cual aparece en el programa de mano no sólo porque está perfectamente redactada y cuenta lo esencial de esta puesta en escena, sino principalmente porque es un botón de muestra del cuidado que existe en toda esta producción y cuyos brillantes resultados saltan a la vista.
Estrenada en 1995 en París, Arte lanzó al estrellato internacional a su autora, la francesa Jazmina Reza, quien rápidamente se convirtió en el referente de la dramaturgia gala actual.
En México los textos de Reza han tenido muy buena acogida: Arte se estrenó en 1997, con las actuaciones de Claudio Obregón, Héctor Bonilla y Rafael Sánchez Navarro que tuvieron una exitosa temporada en el teatro Helénico; en 2010 Morris Gilbert produjo la inolvidable puesta de Un dios salvaje, con Ludwika Paleta, Flavio Medina, Mónica Dionne y Rodrigo Murray; y hace un par de años llegó a escena Tres versiones de mi vida.
Hoy regresa a la cartelera Arte, en un montaje sin duda memorable.
Memorable, primero, porque trae nuevamente a la escena mexicana la dramaturgia de Reza, quien disecciona a profundidad a sus personajes, y se mete en su cerebro y en su alma y los desnuda ante un público que, evidente y maravillosamente, se ve reflejados en ellos.
Memorable también porque el trabajo de adaptación de Alejandro Bracho es estupendo y transporta a nuestra realidad actual un texto de hace más de tres décadas, y le brinda además un toque de comedia más que pertinente.
Por si fuera poco además memorable porque Cristian Magaloni --sin duda uno de los mejores directores mexicanos de hoy— hace una propuesta escénica estupenda, llena de pequeños-grandes detalles, que redondean la trama, disecciona a los personajes y, por supuesto, atrapan al espectador.
Agrego un memorable más por el trabajo del equipo creativo, también soberbio: escenografía (Jorge Ballina); iluminación (Emilio Zurita y Jesús Giles): diseño sonoro y música original (Miguel Jiménez y Miguel Tercero).
Y por supuesto memorable por el gran, gran, gran (así por triplicado) trabajo de los actores.
Fernando Bonilla, Mauricio Isaac y Alfonso Borbolla realizan un trabajo para el que la palabra brillante se queda corto. Marco, Sergio e Iván, sus personajes, pasan por una amplísima gama de sentimientos y --así como con la sutileza con que gira la escenografía-- ellos pasan de una situación a otra, llevando al espectador a una montaña rusa de sensaciones.
Curioso, por decir lo menos, las sentidas y vívidas exclamaciones que de manera natural surgen desde la butaquería cuando uno de los personajes dice esto o cuando decide aquello. El público está atrapado en esta historia a la que el prestigiado diario británico The guardian, ha definido como “una obra maestra de la comedia moderna”.
Vaya que lo es: ¡Una obra maestra, que en esta brillantísima propuesta escénica exprime cada gota de su elixir para fascinación del público!
Y por supuesto ovación para el trío de valientes que se arriesgan a producir este montaje: Ana Kupfer, Sergio Mingramm y Alex Bracho.
Hace algunos ayeres Ana Kupfer y Cristian Magaloni iniciaron una relación creativa-laboral que nos ha permitido disfrutar de algunas de las mejores puestas en escena que se han visto en este país. Celebro, una vez más, esa complicidad.
Arte se presenta únicamente los miércoles en el Nuevo teatro Libanés (por cierto, ¡qué bonito, qué cómodo, qué teatrazo¡), a las 8:30 pm.
Bravo a todo el equipo de Arte, y que tengan una larga, muy larga temporada.