Revisita a la colección Lobo Rampante

  • Ruta norte
  • Jaime Muñoz Vargas

Laguna /

Hoy coincide la salida de esta columna con el cumpleaños 74 de mi amigo Sergio Antonio Corona Páez, quien murió en 2017. 

Para recordarlo —aunque no pasa semana sin que lo tenga presente de algún modo—, traigo esta reseña general de un proyecto que emprendimos juntos, él como investigador y coordinador, y yo como editor. 

Nunca publiqué este comentario múltiple, y no sé por qué lo tenía extraviada en mis papeles. Supongo que la escribí hace veinte años, pero es inédito. Sólo lo actualicé un poco. Va.

Una disputa vitivinícola en Parras (1679) es un testimonio irrefutable del peso que tuvo la cultura del vino en esta zona de Coahuila, y su valor como documento quedará constatado con la recepción que le hagan los estudiosos de la vitivinicultura en el mundo. 

Quizá gracias a esta plaquette, Santa María de las Parras pueda ser redimensionada como objeto de estudio, ya que hasta el momento no se ha dado a la luz el enorme arsenal de piezas que conforman el rompecabezas de la vitivinicultura neovizcaína.

Dos asombros me asaltaron cuando vi por primera vez el original del cuadro estadístico que daba cuenta de la vida parrense en 1825: uno, la aparente ininteligibilidad del documento y, dos, la vocación que movió a José Ignacio Mijares para tomar nota del clima, la geografía, la producción y el estado demográfico que guardaba el actual sur de Coahuila cuando alboreaba el nacimiento del México republicano.

Hay que comenzar esta recensión con un par de preguntas que parecen necesarias para entender la valía de Gerónimo Camargo, indio coahuileño, ejemplar número tres de la Colección Lobo Rampante. ¿Por qué la declaración de Camargo nos parece sumamente atractiva? 

¿Qué hace de este documento una pieza verbal cuya lectura podemos despachar de un perplejo tirón? Las dos preguntas tienen una sola respuesta: el recurso de la narración, el arte de contar una aventura con el fin de edificar la ilusión de realidad, eso es lo que provoca la fascinación en un lector asiduo a la literatura. 

Como la novela, como el cuento, como la crónica, como el relato, Gerónimo Camargo, indio coahuileño es un documento que basa su magnetismo y su eficacia en la vistosa organización de lo narrado, en el qué y en el cómo de lo que allí se cuenta.

Una de las tantas novedades que enseña la nueva historia es la crítica de fuentes. 

Tal crítica impide considerar al documento, a cualquier documento, como texto canónico, como dogma de fe para iluminar algún predio del pasado, ya que siempre estará latente la posibilidad de encontrar otros documentos que contradigan a los que en cualquier momento hayan establecido La Verdad. 

Por esa razón, quizá no haya mayor logro para el trabajo histórico que el de aportar testimonios frescos, documentos que posibilitan una lectura diferente del pasado. Tríptico de Santa María de las Parras eso hace. 

A partir de su publicación, la fuente de primera mano para explicar el origen, geografía y estado político de esta amplísima zona del sur coahuilense ya no será la articulada por el padre Agustín de Morfi y su famoso Viaje de Indios. 

Ahora, le corresponde ese mérito al padre Dionisio Gutiérrez, quien más de dos siglos después pasa a ser restituido como el más autorizado vocero de lo que era Santa María de las Parras.

Real espejo novohispano. Una lectura de la Monarquía española según documentos del obispado de Durango (1761-1819), contiene nueve manuscritos, hasta ahora inéditos, donde se evidencia que la vida de la dinastía borbónica —nacimientos, decesos, matrimonios y demás—, impactó en la cotidianidad de los habitantes del norte novohispano. 

Como señala en su introducción el doctor Salvador Bernabéu Albert, investigador de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, España, el interés fundamental suscitado por estos documentos radica en que exponen los mecanismos usados por la corona para dar a conocer las noticias vinculadas al monarca y su familia, lo que a trasmano revela formas de control social y reconocimiento del poder trasatlántico por parte de los súbditos.

Ataque a la misión de Nadadores, sexto miembro de la familia Lobo Rampante, asimismo condensa su contenido en el atinado título; en efecto, se trata aquí de compulsar un mismo acontecimiento, el ataque a la natatoria misión, a partir de dos documentos que testimonian ese hecho y ponen en el centro de la escena a don Diego de Valdés. 

He allí, en una sola línea, el trazo general de la introducción trabajada por Valdés Dávila. 

En ella, basado en el par de testimonios que han sobrevivido a los siglos, el científico saltillense piensa en el valor del documento como materia prima del historiador, pero de paso sugiere el ineludible uso de un tamiz que le permita a la verdad histórica ser bien cribada en el presente.

Un inapreciable aporte al conocimiento de lo que fue el norte mexicano se encuentra contenido en las páginas de Viñedos y vendimias en la Nueva Vizcaya. 

Los privilegios otorgados a sus cosecheros por la corona española en el siglo XVIII. 

Con documentación suficiente y con la interpretación más rigurosa, este séptimo volumen de la Colección Lobo Rampante rinde testimonio de la bonanza vitivinícola que durante la Colonia caracterizó la vida de Santa María de las Parras (hoy Parras de la Fuente, en el estado mexicano de Coahuila, México).

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