Me volví a dar otra vuelta por la cintura cómica de Perisur y vi que en las estéticas unisex, peluquerías y los salones de belleza había una extraña multitud de panistas, priistas, claudistas, xochilistas, chuchistas y demás miembros de la oposición flatulentizada, en estado de mucha apuración por hacerse toda clase de tratamiento para quedar como su ídolo guarro, Donald Trump. Ahí estaban muy apurados pintándose el pelo en la extrema güerez con todo y copetón, profusa, confusa y difusamente anarajados para recibir como dictan los cánones a las tropas trumpistas cuando entren por vía López Porpillo.
La Loca Academia de Miramonsters en todo su esplendor en plenas festividades navideñas, sacando a pasear sus instintos más patrióticos. Y ahí estaban los Markitititito Cortés, los Alito Moreno con más botox que nunca pidiéndole de la manera más atenta al Donald que nos viniera a salvar del comunismo de la 4T y de los cárteles, que casualmente el prianismo ha prohijado desde tiempo inmemoriales.
El tema no es que los Miramones de Hoy, tururú tururú, salieran a besarle los sabañones a Trump con tan poca clase ni estilo, imaginando a los acorazados yanquis deslizándose grácilmente por las procelosas aguas de Xochimilco, la raza y varios más, sino por la manera, ciertamente bochornosa en la que personajes como el priista Ildefonso Guajardo (operador financiero de mi licencia Peña, que es tan chafa que hasta Xóchitl le ganó la candidatura presidencial), a nombre de su grey neoliberal, trató de explicar su actitud santannista al tuitear que “no se trata de violar nuestra soberanía nacional, sino de crear una fuerza multinacional entre México, Estados Unidos y Canadá, para hacerle frente al flagelo del crimen organizado que tanto afecta a las tres naciones y ha cobrado muchas vidas”. Fuerza multinacional, no me hagan reír que tengo los labios partidos.
Ni los Panchos hicieron tanto pancho como Poncho para decir que lo que quieren es que en México rife la Cajita Feliz y no los tacos al pastor, que pueda pasar a la embajada gringa, como tanto ansían Marko Cortés y el Chikiliquadri, para que les coloquen la bandera gringa en salva sea la parte.
Y todo al ritmo de Miramón is coming to town. Y así cumplirle el sueño dorado al nada talentoso Mr. Donald de que además de anexarse Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá, también pueda quedarse con la isla de Roqueta, el Bolsón de Mapimí, el peñón de los baños y las Utopías de Iztapalapa.
¡Feliz Navidad!