Réquiem para un ultrafacho

Ciudad de México /

Alucinantes las imágenes de las celebraciones masivas tipo Polymarchs que se dieron en la muy parisina Plaza de la República, a partir de la muerte de Jean-Marie Le Pen, líder inmoral de la ultraderecha más facha. Una fiesta estroboscópica y multitudinaria para brindar por el fallecimiento de una de las personitas más espeluznantes del mundo contemporáneo: homófobo, islamófobo, clasista, racista, odiador profundo de todo lo diferente. Estos festejos alrededor de la figura funesta de Jean-Marie desataron una pregunta: ¿quién de la ultraderecha mexicana merecería una pachanga de tales magnitudes a la hora de su muerte?

Digo, la verdad es que no se ve en el horizonte de la derechairiza un personaje que pudiera merecer algo así; la ultraderecha mexicana es tan mediocre, gris y sin chiste que no hay una figura que pudiera despertar entre la tropa un júbilo tan tremendamente pachanguero. Nadie se acordará de ellos cuando hayan muerto.

Le Pen era un fascista de campeonato que hurgó en los basureros de la historia y de las sociedades contemporáneas para revivir y modernizar desde su arcaísmo al pensamiento y los ideales más reaccionarios y patibularios de todos los tiempos. Jean-Marie le demostró a la vieja Europa que su progresismo buenaondita, culterano y autocomplaciente resguardaba en su interior polvos de aquellos lodos de la intolerancia, la represión y el ultraconservadurismo fascista. Resucitó esas llamas negras y, como el legendario zorrillo Pepe Le Pew, Le Pen iba soltando por doquier el fétido olor hitleriano-mussolinesco que los franceses y europeos quisieron confundir, “¡ay, Dior mío!”, con las maravillas del eau de parfum.

No, no hay un solo derechoso miembro de la Loca Academia de Miramones que logre algo así, aquí tenemos puros derechosos de petate que, por un lado, se avergüenzan de reconocerse como tales (de Claudio XXX a Xóchitl Gálvez, pasando por Chumel, hasta dicen que son de centro-izquierda), y por el otro son recalcitrantes payasos de rodeo como Verástegui y los de Frenaaa.

Solo Trump superaría lo de Le Pen, sobre todo ahora que, haciéndose el malote, se quiere apropiar de Groenlandia, apañarse el canal de Panamá, anexarse Canadá y de paso cambiarle el nombre al golfo de México por el de golfo de América. Al rato, el golfo de Trump va amenazar a Macron con tomar la Torre Eiffel para poner un McDonald’s por acusar a Elon Musk de manipular las redes a favor de la rancia ultraderecha.

Allons enfants de la patrie.


  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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