Salazar, ¡venga la alegría!

Ciudad de México /

Inspirado en el panismo más recalcitrante y calderonicolita, Ken Salazar hizo su clásico numerito que ni Markititito Cortés quiso hacer: armar un show melodramático y de vodevil victimista acusando al gobierno mexicano de no invertir en seguridad (ya se sabe, la austeridad republicana es un peligro para México) y echándole la culpa de todos los males que aquejan a Estados Unidos, con un dejo puritano que casi ni asoma sus pezuñas intervencionistas. Cualquiera diría que el embajador gringo, de tanto recibir a los prianistas, se le pegaron las mañas. Solo le faltó decir que el Cártel Inmobiliario del PAN es un mito genial como Pedro Aspe (el viejo ultraneoliberal salinista-zedillista) decía de la pobreza.

Lo de Salazar no es nada nuevo y pertenece a la obligatoriedad de todos los diplomáticos yanquis en cualquier país del mundo, cosa que fue confirmada documentalmente por los cables de Wikileaks. Lo que llama la atención es el tonito lastimero, puerilmente amenazador y poco viril. Sobre todo porque comenzó a hablar mal de López Obrador ahora que no está y que sabe que no está. Pero para su mala suerte, la Presidenta sí.

El problema de mi Ken es que es demasiado solemne y efectista. Solo le faltó decir que tiene menos amiguis que la ministra Piña (no se vale, qué dirán Alititito Moreno, su compi, Alcántara Guaguancó que le prestó su casa, Claudio XXX que la apoyó tanto como a Xóchitl, Markititito Cortés que hasta lloró por ella), que esto es una dictadura (algo que sería muy raro porque si hay algo que disfrutan los Estados Unidos de manera tradicional es apoyar dictaduras) y que por su culpa las ciudades yanquis que se pueblan de zombis.

Bueno, bueno, bueno, se me hace mala onda que mi Kenny no le de el suficiente crédito a los cárteles del Tío Sam que se supone que no existen, pero que mueven, venden y trafican toda esas drogas que, curiosamente, pasan por la frontera más vigilada del mundo, con una facilidad asombrosa y sospechosista.

Es curioso que Salazar haya olvidado la leyenda que, rápida y furiosamente, afirma que los propios fabricantes de armamentos de su patria son los mismos que surten y proveen al crimen organizado mexicano. Y todo como jugando al gato y al ratón, sin consideración.

Digo, no está bien autodevaluarse y dejar de reconocer tus propios méritos. Hasta se podría decir que estas cosas a Salazar le dan un poquito de vergüenza, casi tanta como la que le dio a Katy Perry el aparecer en Venga la Alegría.


  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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