-Cuide su salud: Ejercítese, respire al aire libre honda y rítmicamente, llene bien sus pulmones. Beba diariamente 2 litros de agua. Coma mucha fruta.
Mastique adecuadamente sus alimentos. Evite el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuviera con alguna causa grave o sometido a un tratamiento. Duerma y descanse lo que su cuerpo le pida.
-Destierre absolutamente de su ánimo -por más motivos que existan- toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huya de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, indolentes, chismosas y vanidosas:
La observancia de esta regla le posibilitará cambiar su vida, no olvide que esta depende de sus actos y sus pensamientos.
-Haga todo el bien posible: Auxilie siempre que pueda a todo necesitado, pero jamás tenga debilidades por ninguna persona. Cuide su energía y huya de todo sentimentalismo.
-Olvide toda ofensa: Registre y entienda que su alma es un templo que jamás debe ser profanado por el odio.
-Apártese al menos por media hora todos los días donde nadie pueda turbarlo, y no piense en nada: Eso fortifica enérgicamente el cerebro y el espíritu, y lo conecta con las buenas influencias.
En este estado de recogimiento y silencio suelen ocurrírsenos -a menudo- ideas luminosas.
-Guarde absoluto silencio de todos sus asuntos personales: Absténgase de referir a nadie -aún a sus más íntimos- todo cuanto piense, oiga, sepa, aprenda, sospeche o descubra.
Por un tiempo pertinente debe ser como una casa blindada.
-Nunca tema: Tenga su alma fuerte y limpia y todo saldrá bien. Jamás se crea solo ni débil, porque hay detrás de usted ejércitos poderosos que no concibe ni en sueños.
El único enemigo a quien debe temer es a usted mismo. El miedo y desconfianza son funestas madres de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre.
-Jamás se queje de nada: El azar no existe. Domine sus sentidos. Huya tanto de la humildad como de la vanidad. La humildad le restará fuerza y la vanidad es muy nociva. Paracelso.
Amigo lector: ese era el pensamiento de Paracelso, quien falleció hace aproximadamente 483 años. Usted ¿qué opina?