Cien días en aguas turbulentas

Ciudad de México /
MOISÉS BUTZE

Es absurdo valorar las acciones de los primeros tres meses con juicios categóricos sobre el país que Claudia Sheinbaum tiene en mente y sobre su capacidad para construirlo. Los tiempos extraordinarios que estamos viviendo nos ofrecerían, más bien, elementos para valorar sus capacidades para navegar entre aguas turbulentas en medio de la tormenta. Mucho de lo que ha dicho y realizado durante estas semanas es una respuesta a una emergencia o a un desafío, en ocasiones sobre la base del menor de los males. Desde el accidentado proceso de aterrizaje de la reforma judicial, la definición de un presupuesto que se sabía insuficiente frente a necesidades enormes, la explosión de la violencia en el sureste y en Culiacán, el desplome de la inversión pública al final del sexenio y, sobre todo, el triunfo de Donald Trump, cuyas constantes amenazas enturbian seriamente las posibilidades de México.

Ningún presidente en las últimas décadas ha tenido que enfrentar un arranque de gobierno con tantos nubarrones. Ernesto Zedillo padeció, sí, una devaluación dramática en su primer mes, pero claramente se trataba de una crisis coyuntural, por pesada que esta fuera. Lo que representa Trump, en cambio, constituye un desafío al modelo económico seguido por México en las últimas tres décadas, centrado en la integración con el mercado norteamericano. En el peor de los escenarios, una afectación radical del tratado comercial, de los flujos de remesas, de migrantes y de turistas, tendría profundas consecuencias en el tejido social y económico del país.

Sheinbaum ha tenido que afrontar simultáneamente el rebote político de un plan C resuelto en los 30 días que le precedieron, recibir al país en sus horas económicas más bajas, conjurar los riesgos de inestabilidad tras el reemplazo de un dirigente tan carismático como López Obrador, asegurar la legitimidad de su liderazgo dentro del movimiento político, mantener los niveles de aprobación de un presidente histórico, ofrecer señales de que ahora sí el gobierno mexicano está haciendo algo firme contra del crimen organizado. A diferencia de los últimos presidentes que, en la práctica, patearon el bote de la inseguridad “para más adelante”, Claudia ha tenido que ofrecer en materia de semanas una propuesta de estrategia que sea interpretada como un cambio significativo.

Y aunque cualquier comparación no debe ser simplista, basta decir que, sin tener muchas de estas presiones encima (aunque sí otras), a Justin Trudeau el efecto Trump terminó por hundirlo.

Resulta absurdo pedirle a un timonel los cambios de rumbo estructural que el país necesita cuando aún se están negociando las palancas y botones de mando y buena parte del día se va en reaccionar al embate de un mar embravecido.

No se trata de valorar méritos por las tragedias que no han ocurrido. Pero tampoco pueden ignorarse. Trump ha conseguido acalambrar a buena parte del mundo. La incertidumbre que dejan sus amenazas ensombrece perspectivas, regiones y ramas económicas. No se sabe bien a bien el impacto último de la sarta de fobias y filias que terminarán por ponerse en marcha desde la Casa Blanca, pero se comparte la noción de que México será uno de los países más afectados. En tales circunstancias, habría que considerar el mero hecho de que el peso no se haya desplomado, que no exista una fuga de capitales en proceso, que las calificadoras mantengan la nota vigente y que las previsiones de la economía, si bien modestas, no incurran en la recesión.

Por supuesto que en el delicado equilibrio que supone responder a tantas presiones hay palabras, actos y omisiones desafortunadas de parte de la Presidenta. Son cien días que han exigido una sobreexposición por parte de Sheinbaum que, salvo a López Obrador, a nadie deja indemne. No podría ser de otra manera. Primero, porque como ya se ha comentado, las turbulencias de tantos frentes obligan a mostrar una y otra vez que hay alguien en la cabina del piloto. Se afirma que la Presidenta no debería reaccionar a todo incidente por el desgaste que eso supone, pero quienes lo afirman serían los primeros en argumentar vacíos de poder o debilidad. No se trata solo de estar 24 por 7 a cargo del timón, sino también de hacerlo saber. Las variables económicas y políticas que mantienen la estabilidad parten de percepciones y obligan a ofrecer garantías varias veces al día.

Segundo, porque esos vacíos de poder que dejó el retiro de un liderazgo tan visible y enérgico como el de López Obrador hacen necesaria una presencia ostensible. Sheinbaum ha tenido que multiplicarse para imponer un “tate quieto” por allí, hacer migas con ciertos gobernadores y hacerse presente con otros, establecer lazos con algunos empresarios y las llamadas fuerzas vivas del país, socializar su estilo y su proyecto con muchos colaboradores recién incorporados. Y, muy importante, encontrar su propia voz como mandataria; una personalidad pública que sea congruente con su trayectoria y sus convicciones, su condición de mujer y científica, los retos del país que afronta y las muy diversas expectativas que abrigamos los mexicanos sobre nuestra primera Presidenta.

Desde la perspectiva de los retos que enfrenta, me parece que lo realizado arroja un balance favorable. Sortear urgencias, confirmar el proyecto político y social de la 4T, sembrar las bases de un segundo piso más moderno y eficiente. Algunas decisiones respecto a Pemex, especialmente lo de la refinería de Tula, aduanas, medicinas e inseguridad pública muestran los cambios que vienen. Unos quisiéramos más de esto y menos de aquello y otros justamente lo contrario. Cuando llegue a velocidad crucero seguramente se acentuará su propia impronta; esperemos también que los aciertos sean mayores y los desaciertos menores. Por ahora, Claudia Sheinbaum termina sus primeros cien días con altos niveles de aprobación, un liderazgo en proceso de consolidarse, varias emergencias sorteadas y un atisbo de lo que podría venir cuando la tormenta ofrezca algún respiro.


  • Jorge Zepeda Patterson
  • Escritor y Periodista, Columnista en Milenio Diario todos los martes y jueves con "Pensándolo bien" / Autor de Amos de Mexico, Los Corruptores, Milena, Muerte Contrarreloj
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