La prensa mundial, y en particular la estadounidense, contempla las últimas horas antes de la elección con expectativas inciertas no solo por lo apretado de los momios, también por la sensación de que se trata de comicios inéditos. Nunca antes una de las partes había anticipado acusaciones de fraude en caso de perder, entre otras excepcionalidades que aporta el trumpismo. Del abundante material disponible entre los análisis más actualizados de diarios y semanarios, destaco lo que me parecen tres claves para aproximarse a lo que sucederá esta noche.
1. ¿Por qué la mitad de la población votará por Trump, un personaje caricaturesco que en el pasado habría sido “invendible” en las urnas? Los expertos ofrecen tres explicaciones. Una es el peculiar sistema electoral, con primarias cada vez más mediáticas que escapan al control de las burocracias partidistas, y a una definición por entidades completas y no por el voto popular (hace ocho años Hillary obtuvo más votos, pero perdió; lo mismo podría suceder con Kamala esta noche). Otra razón es económica. En los cuatro años en los que gobernó Trump, Estados Unidos tuvo un buen desempeño económico; en parte por un contexto que le favoreció, y en parte por medidas que, si bien fueron irresponsables por el déficit y el endeudamiento, en lo inmediato estimularon la inversión. Lo paradójico es que con Biden también la economía ofrece un balance más que aceptable, comparada al resto del mundo. Pero una buena parte de la opinión pública piensa lo contrario. Lo cual conduce al tercer factor, el que verdaderamente importa. Los aspectos anímicos.
Los sectores populares están inconformes con el estado de cosas en el mundo. Cualquiera que sea el desempeño económico y la prosperidad o la falta de ella, las expectativas son superiores a lo que ofrece la realidad. Una percepción que favorece a los candidatos que se presentan como outsiders al sistema político tradicional. Y, para desgracia de los demócratas, en Estados Unidos se ha instalado la noción de que ellos representan al establishment. Lo paradójico es que Trump, un millonario de la élite, es el que habla el lenguaje de los obreros y los barrios, el que se pone la gorra de béisbol y se coloca detrás del mostrador de McDonald’s (aunque sea Kamala la que trabajó allí en su adolescencia). Buena parte de los votantes no quieren a la experta sino a un presidente básico que dé golpes sobre la mesa.
2. ¿Quién ganará esta noche? En efecto, es un volado en el aire. Todo indica que el triunfo se lo llevará la dirección en que sople el viento en el último instante. Hace tres semanas parecía el momento de Kamala. Hace una semana Trump recuperó con creces los puntos perdidos. Pero hace tres días la demócrata detuvo la hemorragia y comenzó a estabilizarse. Los sistemas de análisis y predicción de los principales medios favorecen 51-49 las probabilidades de Trump, pero con márgenes de error de tres puntos, lo cual nos deja en las mismas.
Eso dicen las encuestas, pero ¿qué tanto varían los resultados reales respecto a los sondeos? Dos consideraciones. La primera beneficia a Trump: es más probable que existan más votantes “de closet” a su favor, porque en ciertos círculos es impresentable; es decir, en una encuesta dirían una cosa, pero en votación anónima harían otra. La segunda es buena noticia para Harris: la respuesta a una encuesta es más improvisada y emotiva; el acto de votar es más reflexivo. Imposible saber cuál de estas dos tendencias modifique con mayor intensidad lo que hoy arrojan los sondeos.
¿Y qué arrojan los sondeos exactamente? Confirman que las entidades que votarán por Trump y por Harris están categóricamente definidas y que la suma de ellas no alcanza a ninguno de los dos. Todo dependerá de los siete estados que pueden irse para uno u otro lado: Michigan, Wisconsin y Pensilvania en los que Harris lleva pequeña ventaja y representan, sumados, 44 votos o delegados; y Arizona, Carolina del Norte, Nevada y Georgia que suman 49, en los que Trump lleva la delantera. Eso según The Economist. Pero para The New York Times cuatro favorecen a Kamala, en dos hay empate y solo Arizona es de Trump. En todo caso, en los siete cabe la posibilidad de un giro, porque en todos ellos la diferencia es menor en torno a un punto, salvo Arizona que arroja tres o más puntos en favor del republicano. Así es que las sumas y restas pueden venir de cualquier lado. Y, por supuesto, nunca es descartable alguna sorpresa mayúscula de alguno de los estados “seguros” de uno u otro bando (por ejemplo, se habla de que Iowa podría pasarse a los demócratas en el último momento o, viceversa, Minnesota o Virgina a los republicanos).
3. ¿Qué tan dañino sería un triunfo de Trump? Para México hay cuatro temas particularmente sensibles: migración, frontera, tarifas comerciales y combate al crimen organizado. Este último es quizá el menos preocupante; si bien la definición de los cárteles como organizaciones terroristas abre flancos peligrosos de intervención sobre el territorio, lo más probable es que se trate de acciones aisladas, más encaminadas al discurso y al show efectista. Lo de las tarifas puede ser grave, en última instancia dependen del tratado comercial, pero la Casa Blanca puede invocar circunstancias especiales. Si bien temporales, provocarían nerviosismo en las posibles inversiones en favor del llamado nearshoring. Es decir, entre lo dicho y lo hecho por Trump puede haber mucha distancia, pero por desgracia el clima de negocios es afectado por las percepciones.
Migración y frontera serán también un duro campo de batalla entre los deseos del presidente y la inercia de la realidad que terminaría protegiéndonos. Los economistas afirman que si se dificulta la mano de obra extranjera se necesita entonces importar más productos del exterior. Por el contrario, si se obstaculiza la importación de mercancías, se necesita aumentar la producción interna y para eso se requiere mano de obra extranjera. Las dos cosas simultáneamente son difíciles de conseguir porque producen carestía o inflación intolerantes. Las dos puntas nos perjudican, y seguramente Trump intentará caminar hacia ellas, aunque en algún punto las presiones de los intereses en juego lo detendrán. ¿Cuánto alcanzará a avanzar en cada una de ellas? Imposible saberlo.
Con algo de suerte son preguntas que podríamos no tener que respondernos. Dependerá de lo que suceda esta noche. Suerte.