Estos días nos obligan a recordar y volver a vivir los maravillosos momentos que el Club Santos le regaló a la comunidad lagunera.
Necaxa, Pachuca, Cruz Azul, Monterrey, Querétaro y Toluca son los verdaderos testigos de esas grandes hazañas.
Los nombres de jugadores campeones están fuera de control porque intentar evocarlos es gracioso pero también puede ser traicionero por el riesgo de poder dejar afuera de esta enorme lista a alguien que haya destacado.
En este intento de recordarlos por campeonato tenemos que citar a Jared (dos veces) Ludueña, Oribe, “Chuleta” Orozco y Furch.
Imposible olvidarlos y con eterno reconocimiento se les recuerda; la gratitud incluida.
Todos los demás formaron parte de una gran familia triunfante, llena de virtudes que supieron aportar muchos granos de arena para construir castillos de victoria.
Cada quien puede formar en su mente y aglutinar en su corazón los nombres de jugadores, directivos y entrenadores que fueron artífices de campeonatos. Imposible olvidarlos.
Ahora que los resultados son malos, esta añoranza brota con sentimientos encontrados.
Regresar a los grandes momentos parece un aliento imposible, un retroceso como si ese tiempo no tuviera vuelta.
Lo que ya se gozó forma parte de la vida cuyo presente fue atrapado con fervor y gusto.
Todos los que recuerdan esas maravillas hoy parece que las padecen porque el recuerdo es gratificante pero al no tener a la mano buenos resultados, se pierde la memoria y el gozo.
Es la encrucijada de la existencia donde lo que antes fue grandioso pertenece a lo que se ha olvidado.
Gracias al Club Santos por los gratos momentos atrapados en los campeonatos.