Hay un contexto, un motivo, una razón. Y cuando no, es un pretexto.
Hoy sábado se conmemora el Día Internacional de la Mujer, y cierto es que las mujeres, alrededor del mundo- padecen, sufren del menosprecio a su condición humana.
Los ejemplos son innumerables y la mayoría lamentables, si no es que trágicos.
Habrá concentraciones, marchas, pronunciamientos, consignas, gritos, carteles, pancartas, pintas, conferencias, talleres, cine, teatro, entrevistas, reportajes, crónicas, noticias. Los colectivos son escuchados.
Las autoridades, en su discurso, dicen y dirán que apoyan a las mujeres, que son su prioridad, su eje fundamental en el desarrollo de la ciudad, del estado, del país.
Pero la realidad, la necia realidad, echa abajo todo. El año pasado, al menos en Torreón, fueron reprimidas.
El origen de la conmemoración a nivel mundial se fija un 8 de marzo de 1911, y fueron mujeres rusas las que, quizá sin pretenderlo, tras organizar una multitudinaria manifestación, hicieron en la que demandaron paz y justicia.
Antes, en distintas fechas, mujeres de países europeos y de los Estados Unidos, señaladas como socialistas y/o comunistas, provocaron que la Internacional Comunista, en 1921), acordara el Día Internacional de la Mujer.
Hoy, se puede decir que a poco más de un siglo, el entorno no ha cambiado mucho, lo que debió corregirse sigue siendo un lastre.
Las mujeres han conquistado espacios en materia político electoral y gubernamental y, no sin trabas de diversa índole, echado abajo prejuicios morales.
En México, el papel de la mujer apenas fue, ha sido y es fundamental desde el inicio de nuestra historia siempre.
Nada podríamos explicar, y menos entender, si no sabemos de ellas.
Ni siquiera, y me atrevo a decirlo, el machismo y su acendrada y añeja cultura, logró detener el protagonismo femenino de nuestra vida familiar, colectiva, política, económica, religiosa… pese a ese pensamiento retrógrada, de apegos y atavismos que mantiene su vigencia.
¿Qué sería de los hombres sin la existencia de la mujer? ¿Qué sería de nosotros sin ellas? ¿Cómo habríamos vivido sin ellas? ¿Qué sería del amor sin ellas?
¿Cursi? No, para nada. Nada existiría.
Por eso, cuando la fecha del 8M se acerca, la mujer se empodera otro poquito, se hace presente, levanta la mano y la voz, se escucha lejos, se lee, se siente, se recrea a partir justamente del menosprecio y hasta desprecio con que ha sido tratada, violada en sus derechos, vulnerada, lastimada, herida… asesinada.
El 8M bien podría no conmemorarse en la forma en que se hace. Pero no, somos necios, tal cual nuestra Sor Juana Inés de la Cruz, ¿quién más?, lo describió con la sensatez, pulcritud y tino con que solo ella podría decirlo en su conocido “Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis…
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
…
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
...
El análisis del poema (completo) profundiza en la perenne contradicción en que los hombres nos debatimos en relación a las mujeres.
Yo no voy calificar lo que algunas de ellas, jóvenes por lo que se aprecia, deciden hacer en el marco del 8M, no. Si me parece o no, es lo de menos.
Lo realmente trascendente y urgente es que en cada hogar, en cada familia, en cada casa, en cada escuela, en cada universidad, en cada centro de trabajo, en cada sindicato, en la calle, en cada lugar, en cada ciudad, en el país, en todas las instancias públicas y privadas, la mujer no sufra más burlas, autoritarismo, discriminación, racismo, violencia, vejaciones, odio.
En lo personal, tampoco creo en la andanada de narrativas feministas, en el lenguaje no sexista, en el enfoque ‘con perspectiva de género’, en la paridad e igualdad, en la llamada sororidad ni en los organismos creados ex profeso.
No. En lo que sí estoy firmemente convencido, y es mi convicción diaria, es simple y sencillamente en el respeto a su dignidad como Ser Humano.
Construyamos para ellas, el respeto a su integridad, a su esencia, a su estilo y forma, a su inteligencia, desde que nacen hasta que fallecen.
La mujer es el aire, el oxígeno, el alimento, el motivo, la razón de estar aquí, el día y la noche, la lluvia, el sol y la luna, la inspiración, el poema, la canción, la flor. La mujer, es mi hermosa atmósfera.
Les pido perdón a nombre de todos, todos.
(* A propósito de los organismos creados para velar y apoyar a la Mujer, en la Universidad Autónoma de Coahuila justo su alta burocracia (hombres) decidió desaparecer el Instituto de Investigación para el Desarrollo Integral de la Mujer Universitaria –IIDIMU-. Increíble)