AMLO destructor

Ciudad de México /

Quienes tenían duda de que en México se lleva a cabo una cuarta transformación es hora de eliminarla. Lo mismo quienes todavía pensaban que López Obrador no cumple lo que dice. 

Durante este sexenio se han realizado cambios económicos y sociales que han redefinido el rumbo del país. Sin embargo, la verdadera transformación está por llegar con la probable aprobación de la reforma judicial y de otras reformas constitucionales que está impulsando el Presidente, como la desaparición de los órganos autónomos. Estos cambios representan un auténtico parteaguas en la historia de nuestro país. 

Nadie puede decir que esta reconfiguración no se veía venir. Desde febrero López Obrador dejó claro que quería que los jueces se eligieran por voto popular, entre otras medidas radicales de su llamado plan C. Y, de cierta manera, el aplastante triunfo de Morena en las elecciones del 2 de junio le dio el mandato para ejecutarlo (aunque la manera que obtuvo la supermayoría ha sido muy cuestionada).

Detrás de la reforma judicial subyace una recurrente postura del Presidente: destruir instituciones imperfectas en lugar de mejorarlas. Eso hizo con el Seguro Popular con trágicas consecuencias. Lo que está haciendo con la drástica reconfiguración del Poder Judicial puede traer repercusiones aún más trascendentales. 

Parte del éxito mediático de sus propuestas se debe a que su diagnóstico de los problemas suele tener algo de razón. La impartición de la justicia está plagada de defectos, desde una corrupción rampante hasta una impunidad alarmante (más de 90% de los delitos denunciados no son resueltos). Estoy seguro de que pocos mexicanos dirán que el sistema judicial es accesible, eficiente, expedito e imparcial. 

El problema es que el remedio de López Obrador es peor que la enfermedad. En lugar de destruir el sistema judicial debería tratar de arreglarlo. Su reforma ni siquiera cubre necesidades clave, como la profesionalización del ministerio público. 

Como era de esperarse, la oposición a la reforma judicial ha sido feroz. Desde cúpulas empresariales y organizaciones de la sociedad civil hasta gobiernos extranjeros han advertido del enorme daño que puede causar. Hay quienes piensan que la oposición debió actuar más pronto y con mayor contundencia. Puede ser. Pero dudo que el resultado habría sido distinto. 

Pese a que Morena cuenta con el poder suficiente para hacer prácticamente lo que quiera, siempre pensé que los mercados financieros serían un fuerte contrapeso para contener a López Obrador y que ajustes en variables tan valoradas por él, como el tipo de cambio, lo podrían hacer reconsiderar ciertas posiciones. También pensé que EU podría ser otro contrapeso. Todo apunta a que me equivoqué. 

Nos encaminamos a una peligrosa transformación del país, en la que no solo está en juego el Poder Judicial, sino la esencia misma de la democracia. Con el viento en contra mantengo la esperanza de que se pueda contener la destrucción.


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