El maestro se despide

Ciudad de México /

Con cerca de 70% de aprobación y próximo a entregarle a la sucesora que él eligió un poder no visto en casi medio siglo, López Obrador rindió su último Informe de gobierno el domingo en el Zócalo capitalino frente a miles de fieles seguidores. Durante más de dos horas se pudo apreciar por qué es tan adorado y a la vez tan despreciado. 

Viendo el Informe por televisión, no me quedó más que reconocer que estaba presenciando a un maestro comunicador en su máximo apogeo. Ante su adorado “pueblo”, el carisma que le ha ganado tanta popularidad fue evidente. Tenía cautivado a su público. Su manejo de las masas es inigualable. No puedo pensar en ningún otro presidente en mi vida que al final de su mandato hubiera podido pararse en la Plaza Mayor con una acogida similar. A varios los hubieran linchado. 

El Presidente tocó temas que me parecen atinados y que resuenan en buena parte de la población: habló de eliminar complejos, de la importancia de la familia y del orgullo de ser mexicano. También le dio las gracias a la gente por su apoyo, algo poco común en la clase política. 

La manera en que manejó (manipuló, dirían muchos) a los asistentes fue impresionante. Les preguntó en un par de veces si querían que se extendiera en sus palabras y la respuesta (¡sorpresa!) fue un contundente sí. En algún momento pidió que levantaran la mano quienes no estuvieran de acuerdo con su reforma judicial y (¡doble sorpresa!) todas las manos se quedaron abajo. Fue una auténtica cátedra de populismo; una prueba más de que no hay mejor político en México. 

Podemos tener distintas opiniones sobre López Obrador, pero lo que no debe de estar en duda es que sacudió al país. Realmente estamos viviendo una transformación. Aunque en muchos frentes ha sido muy negativa (la semana pasada escribí sobre la peligrosa reforma judicial que está empujando), hay que reconocer que ha tenido aciertos. 

Quizá el más relevante es que le puso atención a un segmento de la población que por décadas fue ignorado. Sin duda hubo una parte sustantiva: los apoyos monetarios a programas sociales se dispararon en el sexenio. Pero hubo un componente sutil, no menos importante, en el que el Presidente supo conectar con grupos desatendidos, quienes se sintieron representados y arropados por él. Muchos sintieron que por primera vez el gobierno los tomaba en cuenta. 

El Informe también dejó claras las razones por las que tanta gente critica a López Obrador. La manera de mentir abiertamente fue de llamar la atención. Afirmar, por ejemplo, que nuestro sistema de salud ya no es igual al de Dinamarca, sino que es mejor (de hecho, el mejor del mundo), sería chistoso si no fuera tan doloroso. Sostener, también, que medicamentos gratuitos están disponibles para toda la población o que la corrupción se ha eliminado resulta ofensivo. 

Pronto, el maestro comunicador le cederá el escenario a su delfín. Para bien y para mal, dejará unos zapatos políticos imposibles de llenar.


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