30 de septiembre

  • Taller Sie7e
  • Laura Olivia Hernández

Tamaulipas /

¿Y qué vas a hacer?” Pregunta constante al decir que me voy de la Federalizada San Pedro, mas ella no se va de mí. Después de 30 años dejaré de ir a mi segundo barrio, la colonia Tamaulipas.

Claro que siento nostalgia, mis alumnos me abrazaron en momentos de inmensa tristeza y gracias a ellos, a su juventud, a sus ocurrencias, a su algarabía, el tiempo se fue como un destello.

Traté de seguir las enseñanzas de Whitman, Pablo Freire, mis pedagogos favoritos. También las voces sobre educación de Carlos Fuentes, Octavio Paz, Rosario Castellanos, Gabriela Mistral, Juan Jesús Aguilar, Ana Elena Díaz Alejo, Pilar Sánchez, María Luisa Herrera, Alma Nelly Silva, de Velly Méndez Cano, de Gris Robles, de mis amigas de Taller sie7e, de mis dos amadas Irmas Elenas y de muchos compañeros que con su ejemplo dejan una impronta profunda en el corazón y en cada latido va mi agradecimiento.

Seguiré en la gran aventura de leer y escribir como Antonio José Bolívar Proaño, “Un viejo que leía novelas de amor”. Él vive en la selva y lee, no le importa la palabra libertad, ni anarquismo, ni amistad. Ellas forman parte de su universo natural. 

Antonio y su mujer llegan al Idilio, un pueblo amazónico; ella no resistió la dureza del lugar y se fue en medio de fiebres altísimas y él se quedó allí con sus restos.

Los indios shuar lo salvaron, lo llevaron con su tribu hasta que poco a poco recobró su espíritu; gracias a eso él aprendió el idioma, la cacería, el uso de la lanza, escuchar los sonidos, los silencios.

Dice Miguel León Portilla que los mesoamericanos tenemos raíces profundas tan fuertes que es muy fácil hermanarse culturalmente.

Luis Sepúlveda, escritor chileno con su novela sobre Antonio, nos hace sentir un homenaje a Chico Mendes en su defensa de la amazonia.

Hay un enfrentamiento del hombre contra un animal hermoso, imposible de reproducir ni con el pensamiento; al final el hombre gana y pierde matando.

Con lágrimas aceptas que “las novelas que hablan de amor con palabras tan hermosas a veces te hacen olvidar la barbarie humana”. Tanto qué leer que la vida no te alcanza. Carpe diem.


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