Tampico 1829

  • Taller Sie7e
  • Laura Olivia Hernández

Tamaulipas /

¿Cuántas notas musicales sacuden la memoria? Cuando escucho Delirio, Historia de un Amor, Luz de Luna, el rasgueo de la guitarra parece que raspa las venas del corazón y así se va penetrando en el cuerpo hasta que unas lágrima caen en las mejillas. ¡Zaz! Regresa ese instante al que le huyes.

Septiembre se viste de México con sus brillos, sus manteles de color rosa, azul, amarillos alegres, las viandas con pozole, panuchos, tostadas que realzan los matices de la bandera, y no falta el tequila o el mezcal para brindar por esta tierra de profundas raíces.

El cielo se iluminará, gritaremos ¡Viva México! y cantaremos el Cielito Lindo; a más de uno se le pasarán las cucharadas, como dicen, de alcohol y regará el tepache, y continuará la fiesta.

Porque hay que celebrar, ya lo histórico, la abolición de la esclavitud, la guerra de Independencia, los nombres de los héroes, eso ya no es relevante para el festejo, aunque sea el motivo del mismo.

A quién le importa que la cabeza de Miguel Hidalgo estuviera exhibida en una reja en la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato. Si aquí, en este siglo 21 rodaron tantas.

El 11 de septiembre de 1829, Tampico libró una gran batalla que fue el punto final de los intentos de reconquista, del ejército español.

Ya se había fusilado a Agustín de Iturbide en Palmillas en 1824, el país estaba vulnerable, desunido por la sed de poder, y los españoles astutos, mandaron a Isidro Barradas desde La Habana para recuperar un bastión muy importante y rico como lo era y sigue siendo nuestro México. No tuvieron éxito.

La astucia de los generales Antonio López de Santa Anna y Manuel Mier Terán con la ayuda del pueblo de Tampico, Madero, Pueblo Viejo y sus alrededores impidieron que los invasores ganaran la batalla.

Con esta victoria, quedó afianzada la Independencia de nuestra nación y España perdió por completo la esperanza de recuperarla.

Hay tantos episodios de la historia que debemos exaltar, y arrancar a la epopeya un gajo, como dice López Velarde.

Hoy con nuestros actos, música y poesía elevemos la voz por la Patria y la Libertad. Carpe diem.


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