Los resultados y la realidad

Ciudad de México /

Los mexicanos debemos estar preparados no solo para la incertidumbre, también para la adversidad; el gobierno deberá entender lo complicado que será enfrentar los desafíos con un país dividido...

AMLO inició su gobierno con un país en orden en lo político. Jorge Carballo

Quien detenta el poder tiene su propio criterio de éxito y no solo eso, le acompaña la pretensión que todos los demás lo tienen que asumir como tal. Algunos, gracias a la propaganda y al estilo populista de gobernar, lo logran, pero al final en la sociedad hay una notable discordancia entre la opinión sobre quien detenta la presidencia, respecto a los resultados de su gobierno.

Es muy temprano para hacer un juicio, pero en los casi cien días de gobierno se advierte que esta singularidad presente en el caso del ex presidente López Obrador tiende a reproducirse con una Presidenta que tiene altos niveles de aprobación.

Siempre resulta un desafío para el análisis anticipar el movimiento de la opinión pública, porque no es estática y las personas cambian en su valoración de las cosas. En un inicio hay agradecimiento por los programas sociales, después se asume que es un derecho adquirido y no una gracia de quien gobierna y, finalmente, viene el reclamo por su insuficiencia.

La segunda consideración remite a los cambios en el entorno. AMLO inició su gobierno con dos grandes activos:el desprestigio del régimen que derrotó y un país en orden en lo político y en lo financiero. La situación ahora es distinta en tres planos: la continuidad de la violencia, la incierta relación con el gobierno de EU y serias dificultades en las finanzas públicas por el déficit fiscal y los recortes.

En lo objetivo, los mexicanos debemos estar preparados no solo para la incertidumbre, también para la adversidad. El gobierno deberá entender lo complicado que será enfrentar los desafíos con un país dividido. Las dificultades deberán considerarse con la percepción de muchos mexicanos fuera de la política de que las cosas no van bien. El optimismo debe moderarse a partir de la realidad.

A los ciudadanos nos queda hacer conciencia de que el régimen democrático cambió, pero asumirlo en todas sus consecuencias no significa renunciar a los valores y principios propios de la democracia liberal. Se trata de resistir, pero también de persuadire identificar los espacios de oportunidad. La historia ha confirmado que las verdaderas transformaciones se han hecho a partir de consensos.

  • Liébano Sáenz
  • Abogado, administrador, funcionario público, columnista y analista político mexicano /Escribe todos los sábados su columna Paralaje.
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