Las anomalías son señales de que el paradigma actual está fallando.
Thomas Kuhn
El cambio de régimen es una realidad. Fin de una época e inicio de otra. Así ocurre en México y así en el mundo a partir del arribo al poder de gobiernos que ven en el arreglo democrático liberal un obstáculo para sus fines. Al igual que la transición democrática, su involución ha ocurrido sin procesos traumáticos. En nombre del pueblo, con votos, ha ocurrido ese cambio. La institucionalidad erigida a partir del acuerdo en la pluralidad es historia.
Empero, la resistencia todavía tiene agenda, especialmente en los órganos de representación política. Pero esta no sólo debe ser una postura defensiva. Debe asumirse la agenda del presente: la lucha por la libertad, la dignidad y la equidad en sus diversas expresiones. En términos de políticas públicas, abatir la impunidad y establecer el imperio de la legalidad son centrales.
Un problema mayor se avizora con el arribo al poder del populismo nativista al país más poderoso de la tierra. La mayoría piensa en términos de acomodamiento, igual se pensó con AMLO. Al menos como ejercicio, hay que considerar que el empeño de Donald Trump no es tanto por gobernar a su manera, sino, como ocurrió aquí, para transformar el régimen económico y político, esto es, construir un nuevo paradigma, lo que entraña para México un reto considerablemente mayor al previsto.
Un nuevo paradigma en el país vecino plantea, al menos como propósito, bajar a sus mínimos el déficit comercial, independientemente de su efecto inflacionario en el corto plazo. Las tarifas serían un medio y un objetivo para recomponer a la economía norteamericana. Igual acontece con la deportación de migrantes; sus efectos inmediatos afectan a muchos sectores y empresas en EU, pero en la perspectiva de Trump y los suyos, es una manera para fortalecer el mercado laboral a favor de los trabajadores norteamericanos. Lo mismo en materia de seguridad: la hegemonía militar, para ellos, está en la fortaleza propia, no la de los órganos multinacionales o acuerdos regionales. En todo caso, prevalece la postura unilateral, con preocupantes consecuencias hacia el exterior.
La lectura sobre la realidad global debe despojarse de autoengaños, no hay lugar a la ingenuidad.