Dos pasitos pa’ delante y…

  • Desde mi rincón
  • Luis Augusto Montfort García

Laguna /

“Vivimos tiempos difíciles” solemos expresar cuando las situaciones se complican, como con toda seguridad innumerables personas en todas las épocas, lenguas y geografías lo hicieron antes que nosotros.

Porque crisis de todo tipo y dimensión han asolado a nuestros padres, abuelos y hasta nuestros antepasados más remotos, pero sin duda alguna, ¡ellos sobrevivieron!, pues de no ser así; no estaría yo escribiendo estas palabras ni usted leyéndolas.

Provocadas por fenómenos naturales o sociales, cuando suceden, las crisis revolucionan los aconteceres y se rompe la pretendida estabilidad en la que vivimos, (o en la que creemos vivir), entonces nos sentimos amenazados no solo por los cambios abruptos que inevitablemente se generan, sino también por la velocidad con la que dichos cambios suceden.

Entonces, ante lo que consideramos una amenaza, que de alguna forma atenta contra nuestra integridad, sea ésta física, intelectual, de creencias, moral, financiera, etcétera nuestro diseño neurológico nos hace reaccionar en la forma en que primitivamente está diseñado para hacerlo: luchar o escapar.

Pero lamentablemente, con frecuencia no siempre alguna de esas dos opciones es posible, por lo que entonces se debe optar por una combinación de ambas para hasta donde sea posible, salvaguardar dicha integridad. 

Tal vez el primer paso sea analizar y reconocer la realidad tal como es y actuar en consecuencia para: o adecuarse a ella, o bien luchar para modificarla, pero nunca refugiarse en la negación o en falsas esperanzas de que algo o alguien va a resolver nuestros problemas.

Aunque por miopía histórica sea difícil de entender, las crisis suelen ser precursoras de avances en el desarrollo de la humanidad, de no ser así, no se explicaría el innegable progreso que a pesar de todo los humanos hemos logrado y que hoy disfrutamos.

Aunque a veces a una generación le resulta difícil aceptar que debe luchar y abandonar su zona de confort en beneficio de generaciones posteriores. 

Tal vez el desarrollo humano sea como aquel juego infantil de “dos pasitos pa’ delante y un pasito para atrás”.

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