¿Última milla o nueva realidad?

Ciudad de México /

Hay una película de 1993 llamada Groundhog day (en español “El día de la marmota” o “Atrapado en el tiempo”), protagonizada por el gran Bill Murray, en donde, por azares del destino, se ve atrapado en un bucle temporal y cada vez que despierta es 2 de febrero, empujándolo a revivir el día de la marmota (festividad canadiense y del norte de EU), una y otra vez. Bueno, pues, sin darnos cuenta, nosotros también nos hemos ido creando, poco a poco, nuestro propio día de la marmota, nuestro propio bucle temporal: el día del reporte de la inflación.

En este ciclo inflacionario en EU el dato mínimo observado sucedió en junio de 2023, cuando la inflación general tocó 3%. A partir de ahí, la narrativa de la “última milla” en el combate a la inflación despegó. Esta idea plantea que reducir la inflación del 9.10% (su máximo) al 3% fue relativamente sencillo, pero la “última milla”, es decir, llevarla de 3% a 2% será bastante complicado. Bloomberg tiene una herramienta que nos permite medir el uso de ideas o frases en noticias, redes sociales y otros medios de difusión. Pues bueno, para darnos una idea de cómo la narrativa de la “última milla” permeó en la cultura financiera, al buscarla en dicha herramienta de Bloomberg podemos ver que de junio a julio se multiplicó por 10 veces su uso, y para cierre de 2023, se había multiplicado por 23 veces. Es decir, estaba, y sigue estando, en todos lados.

La pregunta natural que surge en este punto, dado que ya llevamos 8 meses que no hemos podido bajar del 3%, es: ¿Realmente es la última milla o estamos ante una nueva realidad, un nuevo cambio de paradigma en dónde el mundo se volvió más inflacionario a raíz de la Pandemia? Veamos un poco la historia para entender en dónde estamos parados.

El paradigma que los Bancos Centrales alrededor del mundo han adoptado para tomar decisiones de política monetaria es el de la “inflación objetivo”. Puesto en práctica por primera vez por el Banco Central de Nueva Zelanda en 1990, la Fed no lo instauró sino hasta 2012 de la mano de Bernanke cuando señaló que la inflación objetivo puntual en EE.UU. debería ser 2%. Este objetivo cambió a “2% en promedio” en 2020, cuando Powell lo anunció en Jackson Hole. Antes de 2012, la Fed se había negado a instaurarlo porque le podría restar margen de acción al intentar cumplir su doble mandato (inflación y crecimiento), y en lugar de “poner en piedra” una meta, iba dando una guía prospectiva de hacia dónde creía que la inflación debería converger. Sin embargo, la Fed lleva casada con un objetivo 12 años, y hasta hace poco, le había funcionado bien, aunque parece que hoy, ya no tanto.

La pandemia cambió el mundo en prácticamente todos los sentidos. De hecho, no hay definición más pura de “cambio estructural” que la que vivimos a partir de 2020. Es un evento que marcó y marcará la vida de la mayoría de las personas a nivel global por el futuro previsible. Esto, obviamente, incluye los modelos económicos con los que habíamos estado trabajando las últimas décadas. En este sentido, la frase “llevar a la inflación a terrenos normales” carece de completo sentido porque no tenemos claro cuál es la nueva normalidad, pues apenas estamos transitando hacia ella. El nuevo equilibrio aún es bastante incierto.

Lo que sí podemos ir intuyendo es que la nueva normalidad podría ser más inflacionaria que la anterior: el desacoplamiento mundial de China se aceleró a raíz de la pandemia, las cadenas de suministros ya no solo se preocupan para ir al lugar más barato, sino también por estar en un lugar que sea “a prueba de disrupciones” (el cual no necesariamente es más barato), los efectos climáticos siguen poniendo presión a precios de insumos, los eventos geopolíticos dificultan el libre tránsito de los bienes a nivel global, y todo esto no parece que vaya a ser pasajero. Todos estos riesgos ya cristalizaron, y tenemos que aprender a vivir con ellos. En ese sentido, no es muy descabellado pensar que el 2% ya no es lo normal, y tendríamos que empezar a pensar en mover esa meta un poco más arriba.

Sin embargo, eso no va a pasar. La credibilidad de la Fed depende de llegar a la meta vía una reducción de la inflación, y no subiendo la meta para llegar al nivel actual. En ese sentido, no esperen que la Fed se pronuncie pronto sobre un cambio en la meta, al contrario, la Fed tiene tanto en juego, además de tener una economía boyante, que se mantendrá en niveles restrictivos lo suficiente como para buscar lograr su objetivo; y es probable que lo logre, aunque a costa de una desaceleración/recesión económica en el futuro próximo.

Independientemente de lo que haga la Fed con su política monetaria y sus metas de inflación, tenemos que darnos cuenta de que estamos transitando a una nueva normalidad, y entre más rápido lo hagamos será más fácil levantarnos el día del reporte de la inflación sin tener que repetir que estamos en la “última milla”, sino más bien, que ya llegamos a la meta, y así, poder escapar del bucle temporal en el que entramos hace ya más de 8 meses.


* Luis Gonzalí es CFA. VP/Co-Director de Inversiones en Franklin Templeton México


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