Día de la Libertad de Expresión: el valor de hablar con la verdad

Tamaulipas /

Todos, en algún momento de nuestras vidas en México, hemos vivido ese instante en el que dudamos si expresar lo que realmente pensamos.

Quizás por temor a las reacciones, por evitar el conflicto o incluso por protegernos de las posibles consecuencias.

Ya sea en una conversación familiar, en una reunión de trabajo o en redes sociales, el cuestionamiento aparece: ¿es prudente decir lo que siento o pienso?

Es por eso que hoy en El Día Mundial de la Libertad de Expresión de Pensamiento hago un recordatorio de lo valioso que es acercarnos a través de nuestras ideas y pensamientos, en lugar de alejarnos.

Aprender a expresarnos con sinceridad, pero de manera positiva, debería ser un ejercicio cotidiano.

Esta es la verdadera esencia de la libertad de pensamiento: poder compartir nuestras ideas sin miedo, y a la vez, construir puentes en lugar de muros.

¿Pero, de verdad existe la libertad de pensamiento en México? ¿Funciona el externar lo que pensamos con empatía y asertividad?

En teoría, vivimos en una sociedad donde se defiende la libertad de expresión, pero la práctica es otra historia.

Con frecuencia, las personas intentan expresar una verdad incómoda.

A veces, no importa cuán asertiva o empática sea la forma en que se exponga una idea; las represalias pueden venir de cualquier ámbito: profesional, social o incluso familiar.

Durante mi paso por este mundo he escuchado a muchas personas llamarlo “El precio de la verdad”.

Expresar lo que uno siente o piensa, por más legítimo que sea, no siempre es bien recibido.

A menudo, las verdades incómodas son ignoradas, silenciadas o, peor aún, castigadas.

El miedo a las repercusiones, a la censura o al rechazo social ha forzado a muchos a guardar silencio, a soportar situaciones injustas y, en ocasiones, a seguir adelante sin que su voz sea escuchada.

Este temor a hablar se ha convertido en una barrera invisible que limita no sólo la libertad de expresión, sino también el progreso social y la comprensión mutua.

El silencio es muchas veces la respuesta más fácil, pero ¿es realmente la más constructiva?

Quisiera cerrar esta columna externando lo siguiente: existe una verdad que no podemos obviar: la sociedad necesita aprender a decir lo que siente de forma positiva, sin que esto sea percibido como un ataque o una ofensa.

Hablar con la verdad no solo nos ayuda a alinear nuestras acciones con nuestros valores, sino que también fomenta la transparencia y el respeto mutuo.

La clave está en el cómo decimos las cosas.


  • Magda Bárcenas Castro
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