La pelvis tiene un papel estratégico en la alineación de la columna, el órgano clave para el yoga a nivel físico y sutil y para una postura correcta en la vida cotidiana. Lo cierto es que muchas veces la pelvis no se posiciona de manera correcta y las personas desarrollan una “pelvis anterior”, donde la pelvis se desplaza ligeramente hacia delante; o una pelvis posterior, donde se coloca ligeramente hacia detrás, lo que ocasiona dolores y desviaciones óseas.
Como explica el portal yoguiprincipiante.com, una de las primeras tareas del instructor de yoga es revisar y corregir la postura de la pelvis de sus alumnos, moviéndola suavemente hacia el lado contrario para crear una postura neutra. A esta posición correcta se le llama neutra y una forma sencilla de lograrla es mediante la contracción del abdomen bajo.
La posición neutra es el emplazamiento natural de la espalda cuando se conservan sus curvas, es decir, la curvatura cervical y lumbar hacia el frente y la curvatura en la zona torácica hacia atrás.
De acuerdo a almayoga.online, la posición neutra “es donde existe menor tensión en las estructuras pasivas como huesos, articulaciones o ligamentos, y es donde hay mejor amortiguación, transmisión de fuerzas y reparto de carga y peso sobre los discos. Además, es la mejor posición para el trabajo de la musculatura profunda. La alineación inadecuada de las vértebras aumenta la presión sobre los discos”.
Una buena manera de sentir cómo es una pelvis neutra puede hacerse recostado en el piso con las rodillas flexionadas. Ahí se imagina una canica en equilibrio en el ombligo o un recipiente con agua en el abdomen que no debe derramarse. Primero se lleva la canica hacia las costillas, llevando la pelvis hacia adelante, luego hacia los dedos de los pies, llevando la pelvis hacia atrás, para finalmente estabilizarla en el centro. Ahí es donde la pelvis está en posición neutra y por lo tanto la columna., y eso es lo que hay que recordar estando de pie.
Ilustración: Juan Carlos Fleicer
Con esta sensación, en Tadasana, la postura de la Montaña, o Vrksasana, la postura del Árbol, -dos de las asanas clásicas de pie-, se puede “imaginar que el cuerpo se centra en una línea recta invisible, que lo atraviesa desde la coronilla, pasando por el medio de tronco y pelvis y se dirige al suelo; sin exagerar la curva lumbar, pero respetando las curvas fisiológicas”.
Marién Estrada
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