Cuántas veces nos preguntamos por qué las cosas no salen como queremos y, en cambio, ocurre exactamente lo contrario o los problemas se intensifican.
Desde la mirada de la ciencia, en específico de la física cuántica, cuando un observador pone su atención en un punto concreto, logra “colapsar” en ese punto una de las infinitas ondas de posibilidades manifestando una realidad concreta, haciendo que el resto de esas ondas de posibilidades puedan materializarse solo si el observador decide poner su atención en ellas.
Esto en pocas palabras, significa que donde ponemos nuestra atención ponemos nuestra energía y, con ello, la posibilidad de manifestación en el plano físico.
A nivel emocional y mental, enfocar la atención en algo implica que nuestros pensamientos van a estar orientados, nos demos cuenta o no, a fortalecerlo y a movilizar tanto las emociones como las acciones en esa dirección. Y así, enfocando la atención en un problema, éste crecerá reproduciéndose en formas insospechadas. La buena noticia es que lo mismo sucede si nos enfocamos, en cambio, en las soluciones que seguramente aparecerán también de maneras sorpresivas.
En yoga, el entrenamiento de enfocar la atención y la energía en un solo lugar u objeto se logra a través de los llamados drishtis. Como explica el portal numenyoga.com, los ojos —que además conectan con el chakra del corazón— son una “maravillosa” ventana al mundo exterior dándonos la posibilidad “de fijar nuestra atención a nivel visual en una única cosa, que nos permita una concentración total. Esto nos da la oportunidad de entrar en meditación y dejar de lado las distracciones que pueden llegar a dispersarnos”.
Con el enfoque del drishti en alguna parte de nuestro cuerpo, se logra tener una visión directa al mundo interior sin necesidad de cerrar los ojos y en ese mundo interno podemos encontrar y decidir si eso a lo que le prestamos atención es donde queremos poner nuestra energía.
En total, son siete drishtis: Uno de ellos, por ejemplo, Urdhva o Antara Drishti, lleva la mirada al cielo o hacia arriba en posiciones como Virabhadrasana I, la postura del Guerrero I. Otro más, Broomadhya o Ajna Chakra Drishti, lleva la mirada al entrecejo como en Matsyasana, la postura del Pez. Un tercero Nasagrai Drishti, fija la vista en la punta de la nariz en posiciones como Urdhva Dhanurasana, la postura de la Rueda.