Los términos de iluminación y liberación que manejan tradiciones espirituales como el Budismo y el Hinduismo, para referirse a la cumbre del camino de conciencia, pueden parecer metas inalcanzables para los mortales de a pie. La realidad es que todos estamos iluminados en cierta medida y podemos aspirar a liberarnos de las ataduras del mundo, conforme vamos depurando nuestra mente.
Para ambas tradiciones, el Fuego es el elemento purificador y transformador por excelencia, y es principio fundamental de prácticas como el yoga y de posiciones como Agnistambhasana, la postura del Tronco de fuego, a la que también se le conoce como la Estatua de fuego.
El nombre en sánscrito de esta asana proviene de agni, que significa fuego y stambha cuyo significado es registro, una práctica de apertura de cadera que como señala el portal especializado tummee.com, simboliza la purificación y transformación del cuerpo, la mente y el espíritu:
“En Agnistambhasana, el practicante tiene una sensación de ardor en las caderas y la pelvis. El fuego transmuta lo que consume y en los rituales védicos, el nombre Agnistambhasana sugiere generar y mantener el calor interior y la estabilidad, de forma muy parecida a una fogata de leña bien construida”.
Para armar la postura se inicia sentado con las piernas dobladas una sobre la otra y paralelas al suelo recordando a dos troncos, el talón sobre la rodilla y la rodilla sobre el talón, de ahí otro más de sus nombres: el de la postura de tobillo a rodilla. La parte superior del cuerpo representa las llamas: “Esto simboliza el equilibrio entre estabilidad y transformación, entre conexión a la tierra y aspiración”.
Aunque esta práctica inicialmente puede sentirse más intensa en el área de las rodillas, poco a poco el trabajo se traslada a la zona pélvica.
Y así como la posición y sus distintas variaciones, promueven la apertura de caderas que es donde se acumulan las emociones no trabajadas, también permiten una mayor claridad y renovación interna, además de activar el primero y segundo chakras, Muladhara y Swadhistana, cuya conciencia se asocia con la estabilidad, la seguridad y el sentimiento de arraigo.
La postura estimula el sistema digestivo y el sistema linfático, y a nivel espiritual “exige levantar el corazón” mientras nos consumimos en el fuego que purifica las profundidades de nuestro mundo emocional.
(Con información de tummee.com y mujerhoy.com)