El entendimiento de que somos un todo unido y de que cada uno de los elementos que nos conforman tanto a nivel físico como mental están interconectados, es el fundamento de medicinas ancestrales como la hindú o la china.
Para la reflexología, por ejemplo, en la manos, el rostro o los pies, se refleja todo el organismo. Hablando específicamente de los pies, existen más de siete mil terminaciones nerviosas en ellos cuya correcta manipulación puede estimular el órgano al que corresponden. En el libro Canon de Medicina Interna del Emperador Amarillo, escrito hacia el año 1000 AC, se habla ya de manera estructurada sobre la conexión de la fuerza vital, con los distintos puntos de los pies.
Para el Yoga los pies también son esenciales para el armado de todas las asanas, incluso en las que no van apoyadas en el suelo, siendo los “cimientos” del cuerpo y de la alineación postural.
Lo cierto es que las posturas de pie trabajan el equilibrio en la articulación del tobillo, repartiendo equilibradamente el peso entre las cuatro “esquinas” de los pies: la base del dedo gordo, la base del dedo meñique, el talón interior y el exterior. Los dedos incluso pueden levantarse y se recomienda abrirlos para activar la musculatura del pie.
Según explica el maestro Jorge Caballero, una consciencia trabajada en los pies “ensambla y conecta la consciencia y el trabajo de piernas y cintura escapular en posturas invertidas, y da el impulso necesario a los costados y columna en las flexiones hacia delante”, y esto, a su vez, conecta el sistema neurológico que va desde las vértebras lumbares y baja por las piernas hasta llegar a los pies.
Es por eso que hoy te proponemos tres asanas para fortalecer y activar estos pilares de la práctica de yoga y de la vida. Para empezar, en Vrksasana, la postura del Árbol, se trabaja de inicio la conexión con la tierra y la energía que de ella proviene, y luego el equilibrio que resulta de un buen arraigo de los cuatro puntos del pie.
Al igual que un árbol, la postura crece con flexibilidad y fuerza, partiendo de raíces sólidas.
Vajrasana, la postura del Diamante, ayuda a recuperar movilidad en el tobillo y estira la cara frontal del pie y de la pierna.
Supta Padangushtasana, la postura del Dedo gordo del pie, despierta la musculatura de los pies y activa la energía de ambas piernas.
Marién Estrada
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