Y esta vez, como una farsa...

León /

La afirmación hegeliana de que la historia suele repetirse a sí misma, cuya idea complementria se atribuye a Marx: la primera vez como tragedia, y la segunda vez, como una farsa, cobra plena vigencia en estos días por el lamentable y vergonzoso espectáculo que la autodenominada cuarta transformación está proyectando con motivo de las reformas constitucionales al Poder Judicial.

Eran los últimos días de agosto de 1997, cuando el Grupo de los 4 (como se le identificaba a la mayoría opositora al PRI conformada por el PAN, PRD, PT y PVEM) intentaba instalar la Cámara de Diputados. A raíz de ello se conformaría una Junta de Coordinación Política, donde la oposición mayoritaria aseguraría posiciones relevantes en el reparto de comisiones legislativas.

Ricardo Monreal era entonces diputado del PRI -donde militó hasta que el dedazo no le favoreció y criticaba al G-4 con tal vehemencia solo superada a la mostrada ayer para justificar el por qué la mayoría oficialista, habilitó la deportiva Magdalena Mixhuca como “sede autorizada” de la Cámara de Diputados, obligados por las protestas de estudiantes de Derecho y trabajadores del Poder Judicial de la Federación quienes desde las cinco de la mañana del martes bloquearon los accesos al Palacio Legislativo de San Lázaro para impedir la discusión de la reforma.

Hasta la nueva sede llegarían a sitiar las instalaciones deportivas -e improvisadamente legislativas- los manifestantes, y el encargado de salir a conciliar sería nada más y nada menos que Alfonso Ramírez Cuéllar.

¡Qué ironía! en 1998, Durante la discusión de la creación de la Ley de Protección al Ahorro Bancario (que autorizaba convertir en deuda pública las pérdidas del Fobaproa), Ramírez Cuellar, líder de El Barzón Metropolitano, encabezó el sitio popular al recinto legislativo.

Otra protesta similar la encabezó en 2002, cuando irrumpió junto con barzonistas a caballo al Palacio Legislativo, por lo que enfrentó cargos penales.

Los giros que da la vida política: se trata de los mismos personajes, pero en diferente papel. La primera ocasión como tragedia, y esta vez, como una farsa... 

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