Cuando habíamos llegado

Monterrey /

En 1989 se dio el primer triunfo de la oposición a una gubernatura. Asumió el candidato panista Ernesto Ruffo Appel. Pero casi nadie recuerda quién era la candidata del PRI. Se trataba de Margarita Vila quien, con pasmo, vio cómo su partido, por primera vez, no defendía y arrebataba lo que hiciera falta para garantizarle el cargo.

Vino el turno de entregar la Presidencia de la República en 2000. Presidía al hasta entonces invencible tricolor Dulce María Sauri. Ella, con la seriedad que la caracteriza, presentó su renuncia al día siguiente. Cuenta que fue un militar quien la conminó a reflexionar recordándole que los generales no abandonan a la tropa cuando van perdiendo.

Entendió que le tocaría el rol de liderar el periodo de duelo de su partido, del cual todos creían que seguiría el fin. Es muy probable que fuera el trabajo de Dulce María el que impidiera en aquel momento su resquebrajamiento.

Histórica fue también, apenas el año pasado, la llegada de la primera mujer a la presidencia del Instituto Nacional Electoral, pero, a diferencia de las integraciones anteriores, el Legislativo no se molestó en construir los acuerdos que permitieran nombrar a las nuevas consejerías y definir la presidencia. Aceptaron hacerlo por sorteo, restando legitimidad que no legalidad a quien llegaba a encabezar al instituto.

Privadas de respaldo, a cargo de partidos en caída, erosionadas en su legitimidad, así suelen vivir las mujeres sus carreras políticas. Sí, el PRI iba a entregar alguna vez una gubernatura: pero sacrificó a una mujer. Sí, alguien tenía que presidir al PRI que perdía por primera vez la Presidencia: pero se le encargó a una mujer. Sí, al fin llegó una mujer a la presidencia del INE: pero se le escatimó la fuerza del respaldo legislativo y se dejó al azar cuál de las finalistas llegaría.

No puedo dejar de pensar que la integración de la Suprema Corte que será defenestrada es la primera presidida por una mujer y la primera en estar compuesta de forma paritaria. Sí, la reforma judicial iba a pasar: pero pasó cuando al fin en la Corte estaban las mujeres. No es extraño, es históricamente atroz.


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