Sin entrar en controversia de lo que es el feminismo, ni mucho menos de los derechos de las mujeres, a propósito del Día Internacional de las Mujeres, cada año sigo pensando que hay inexplicables excesos que rodean las actividades en esta facha conmemorativa.
En mi vida profesional he tenido la fortuna de trabajar al lado y como subordinado de grandes defensoras de los derechos de las mujeres, de quienes he aprendido mucho sobre la legítima lucha por erradicar todo tipo de violencias contra ellas, así como la de abogar por la paridad y la equidad en los aspectos relevantes de nuestras esferas sociales y productivas.
Soy por tanto, un hombre que respeta y defiende los derechos de las mujeres y entiende desde donde alzan sus voces muchas de ellas.
Aún así, hay situaciones que me siguen pareciendo inexplicables y que rayan en los excesos distorsionados como los de salir a la marcha del #8M a gritar que la cultura de las dietas es del sistema patriarcal, como las escenas que ví y que me parecen fuera del contexto exclusivo de la lucha por las mujeres.
Una mujer con un megáfono gritando consignas de que la cultura de las dietas es del sistema patriarcal me parece que no tiene mucho sentido cuando existen otras prioridades en las luchas feministas.
En todo caso, la gordofobia, que sí existe y que es discriminación, en un lamentable asunto que afecta lo mismo a mujeres y hombres y que no tiene nada que ver con el patriarcado, sino con una cultura “aspiracionista” que han idealizado cierto tipo de figuras corporales como las más aceptadas en algunas clasificaciones sociales.
La discriminación de quienes tienen sobrepeso es, de hecho, un tema abordado por la salud pública y sí es un asunto que causa daños mentales, emocionales y físicos en las personas que sufren ese tipo de agresión.
Las enfermedades en las que se clasifican los trastornos de la conducta alimentaria, la distorsión de la auto imagen y los temas relacionados a la discriminación derivada del peso y figura, desde luego que son asuntos que merecen atención y cuidado, mas no son exclusivas de la mujer, ni mucho menos violencia de genero.
Más aún relacionar “la cultura de dieta” (lo que sea que quien lo haya expresado signifique) con violencia de genero producto del patriarcado, es un inexplicable exceso.
Las y los profesionales de la salud nutricional son un importante sector de apoyo a la sociedad y a las personas, previniendo a la población de enfermedades relacionadas con una deficiente alimentación y promoviendo hábitos saludables como sinónimo de autocuidado.
Por supuesto algunas industrias de “la belleza” que promocionan figuras varoniles y femeniles como prototipos de superioridad, inciden en la frustración de quienes no aceptan sus cuerpos como son o de quienes tienen algunos desórdenes que nada tiene que ver con su condición de mujeres u hombres.
Sobre estos temas abundaremos en otra entrega y por lo pronto termino expresando que cuidar la salud, la alimentación y el bienestar integral, es un asunto de amor propio más que de discriminación.
¡Tengan todos una bendecida semana!