Hablar de adicciones usualmente es hacer referencia a una enfermedad mental que esclaviza la vida de los seres humanos y que, como dicen los alcohólicos anónimos, una vez que se entra en esa espiral siempre habrá pérdidas, nunca ganancias, llegando a casos extremos deser un tema letal.
En las charlas que doy en diversos escenarios, así como en mis libros,uso una frase contundente que dice que lo que comenzó siendo placer terminó convirtiéndose en un gran sufrimiento.
Lamentablemente, una de las adicciones que literalmente inicia con un juego y que puede llegar a costarle la vida al enfermo es la ludopatía o dependencia a las apuestas.
¿Imaginan una actividad en la que llega un momento en que literalmente la persona está jugándose la vida? ¡No es exageración! El suicidio es una de las consecuencias de una ludopatía muy avanzada y que le ha generado deudas impagables al jugador. La puerta falsa de quitarse la vida ante la incapacidad de enfrentar lo que se debe, aún y cuando algún día inició como un juego o recreación.
En los grupos de jugadores anónimos, en los casos de clínicas de recuperación donde hay ludópatas, son muy comunes las historias en las que una vez que se perdió el control sobre la obsesión de apostar, la persona (sin importar nivel socio económico) comienza a estafar, a pedir prestado, a engañar y a robar para poder pagar intereses y seguir jugando con la fantasía de que le llegará el triunfo que le permita emparejarse.
De ahí viene la fase de empeñar pequeñas pertenencias hasta irle subiendo al valor, llegando en ocasiones a hipotecar las escrituras de su casa o negocio y otras conductas inverosímiles que sólo pasan por la mente de alguien que literalmente ha perdido la razón y su enfermedad le hace tomar decisiones cada vez más comprometedoras.
Por supuesto recurrir a los agiotistas o prestamistas con formas muy rudas de cobranza van esclavizando a los ludópatas, cuyos nervios están destrozados, igual que sus cerebros.
La gente que no conoce de adicciones o que no ha convivido con un adicto suelen no comprender cómo es la enfermedad y en el caso de la ludopatía surgen más dudas que en los de la ingesta de una sustancia, precisamente porque la persona no está consumiendo físicamente ninguna droga y es muy difícil de detectar.
Solo la persona que la está sufriendo por dentro sabe el tamaño de sus demonios, de sus deudas y de su impotencia en dejar de apostar. Sin necesidad de tomar alguna droga, el cerebro sufre los mismos efectos que las adicciones a sustancias, porque cuando el jugador inicia su carrera, los neurotransmisores del placer se disparan ante la fantasía de que van a ganar a ganar y a volver a ganar, abrazando esa idea absurda hasta los grados de la locura y la muerte.
La realidad es que lo qué hay son pérdidas y sufrimiento.
Reflexionaba esta semana sobre esta terrible enfermedad al ver la exagerada publicidad en la televisión, en las redes sociales y en panorámicos, invitando a la gente a jugar, como diversión.
Hay que tener cuidado, pueden estar entrando a un laberinto, jugándose la vida.