Muchas gracias a todos los que me hicieron llegar sus comentarios sobre mi artículo de la semana pasada, con relación a las aplicaciones sociales para realizar citas románticas, cuya segunda parte comparto hoy, como lo anuncié.
Dentro de este “experimento social” que el pasado martes comenté cómo fue que inició, me ha llamado mucho la forma de interactuar, tanto así que ya incluso algunos comediantes hacen stand-ups al respecto.
Si de por sí las redes sociales tradicionales suelen ser una ventana para crear imágenes que no siempre son apegadas a la realidad, tanto así qué hay “memes” al respecto que señalan “Instagram vs. vida real” y a mi parecer, lo digo con mucho respeto, sin generalizar y sin ofender a quienes ahí se relacionan, las apps de citas las han rebasado.
“Luego ves las fotos de las personas de Tinder se toman la foto así (celular arriba y de frente a la boca), las que tienen bonito busto se toman la foto de arriba que se les vea, las nalgonas se toman foto de perfil y las feas ponen frases”, dice un monólogo evidentemente misógino del comediante Rogelio Ramos en el que puedo no estar de acuerdo en sus expresiones, pero son hechas en centro nocturno y traen parte de verdad.
Por supuesto aplica también para hombres, con los mismos trucos para ocultar su verdadera complexión y características físicas, además de que en la sección de biografía una gran mayoría se auto describe de una manera que en el mejor de los casos uno pensaría que tienen la autoestima muy alta.
He tenido también la oportunidad de conversar con amigas que han estado en estas aplicaciones y me han contado todo tipo de experiencias que les ha tocado vivir y que parecen un común denominador.
Quizás por eso es fácil encontrar perfiles de damas con frases similares: “si estás casado o tienes novia no me invites”, “si no tienes foto dale a la izquierda”, “si buscas sexo casual o un acostón no es aquí”, “algo que no tolero son las mentiras”, “si la foto no es reciente pasa de largo”.
Uno va encontrando sitios en común que parecen ser usos y costumbres de las redes y de las apps de citas, que en mi breve experiencia social yo terminaría diciendo que son “casos de la vida irreal”, con respeto a quienes sí les han funcionado y son usuarios cautivos de ellas.