Lo viejo ha pasado

Ciudad de México /

Una de mis escenas favoritas en el cine es la que sucede en Rocky 6 entre el boxeador en retiro y su joven hijo iniciando su vida productiva, reclamándole a su padre que no puede ser él mismo por la gran sombra que tiene que llevar a cuestas por ser descendiente del campeón del mundo.

Rocky, ya con la experiencia acumulada en su vida, le pide que deje de echarle la culpa a todos, que deje atrás el pasado y que tome las riendas de su propio camino.

¿Suena familiar, cierto? ¿Cuántas veces en lugar de dar gracias por lo que soy me paso la vida renegando de lo que no soy o de lo que no tengo? ¿Cuántas veces le echo la culpa a todos o a todo, incluyendo las circunstancias y la historia de mi vida? ¡Tan fácil, pero tan sufrido que es seguir siendo víctima! Al menos más que el hacerme responsable de mis pasos y de mi camino.

En esta ocasión quiero citar algunos textos de ese parlamento entre Rocky y Robert, más allá del tradicional y comercial “el mundo no es un arcoíris” que casi todo mundo conocemos. Hay otros que ejemplifican mejor la idea que hoy quisiera transmitir.

“Ahora bien, si sabes lo que vales, sal y obtén lo que vales. Pero debes estar dispuesto a aceptar los golpes y no señalar con el dedo a nadie diciendo que no estás donde quieres estar por culpa de él, ella o cualquier otra persona. Los cobardes hacen eso y tú no eres así. ¡Eres mejor que eso!”, sentencia el boxeador a su hijo.

Cambiar es una decisión de vida, igual que lo es hacerme responsable de mis acciones y sus consecuencias. Dejar el pasado atrás, reconciliarme, perdonar y estar dispuesto a andar en los caminos de lo nuevo.

La Biblia dice y la uso por su sabiduría para ejemplificar: “Por lo tanto si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” 2 Corintios 5:16-20 NVI

Recuerdo una canción de Javier Solís que solía escuchar cuando bebía y que decía “Borracho yo he nacido, borracho he de morir”, como si la vida no tuviera remedio o el dicho aquel de que “chango viejo no aprende maroma vieja”.

Hoy puedo testificar que siempre es posible cambiar y dejar lo viejo atrás. Por supuesto que es un proceso y hay que vivirlo, pero como dice la desgastada frase, siempre hay una luz al final del túnel.

Sin importar mi pasado, lo que haya hecho, lo que haya dejado de hacer, lo bueno, lo malo, si tengo la humildad y pido la sabiduría para nacer de nuevo en esta misma vida, es posible.

Por ello no juzgo a nadie, porque todos tenemos una historia, pero todos tenemos también derecho de rectificar a decir que soy una nueva persona y que lo viejo ha quedado atrás.

¡Date la oportunidad!


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