Esplendor del sujeto enamorado

Ciudad de México /

“La pérdida es algo que se maneja desde niño, que hay que aprender a perder a los padres, aprender a perder a los amiguitos del colegio, cambiar la vida, cambiar de ciudad”, le dice la doctora María Victoria Arechabala a la autora

En varias ocasiones he comentado, a veces en entrevistas o con mis lectores, que la obra de mi padre ha sido objeto de estudio en las universidades a nivel doctoral. Es algo de lo cual me siento muy orgullosa, porque he sido parte de esta experiencia; la segunda de las tesis presentadas es la mía y lleva por título Cuando te hablen de amor y de ilusiones. Hoy quiero desplegar algunos aspectos de la exégesis de la doctora María Victoria Arechabala, a quien de cariño llamamos Toya.

Ella fue la primera en incursionar en el análisis de las canciones de José Alfredo Jiménez desde la psicología. Al principio, María Victoria entabló una relación conmigo por medio del correo electrónico para conseguir algunos datos que no se encontraban en internet; después, iniciamos una amistad que nos ha mantenido unidas. Las canciones de José Alfredo Jiménez. Una escucha analítica es el título y es el hilo conductor de esta reflexión, desarrollada por Toya en la Universidad Complutense de Madrid.

Sin embargo, ese hilo conductor se va desentrañando desde la figura del sujeto enamorado o yo lírico que canta, a través de ese “borracho y trovador”, que “a veces se siente poeta y viene a cantarnos sus versos de amor”, y que está, de mil maneras, enchufado, por así decirlo, con el amor cortés o fin amors, reflejando esa actitud de los cantores provenzales, imagen que aún pervive y es el manantial de donde abrevan nuestros autores y poetas, pero que no es una actitud exclusiva del mexicano, sino que es parte de la herencia universal de Occidente, porque no es tan solo provenzal ni exclusiva de Occidente, puesto que si rascamos un poquito sobre la superficie, la muesca nos develará que el ser humano siente y ama con la misma pasión, con la manía, para usar el thesaurus de Toya, con los celos, con la angustia, hasta con la culpabilidad o el arrepentimiento; y que, además, creo que será ésta la razón por la que afirmaremos que la obra de mi padre es cosmopolita, y que, también por eso podemos seguirla cantando aquí, en América Central, en América del Sur, en España y hasta en Arabia en donde, según una amiga siria, “El Rey” se canta en árabe.

Señala la doctora Arechabala: “El sujeto enamorado de este cancionero habla desde el amor pasión y en su discurso pone de manifiesto la desigualdad de los sentimientos entre el yo que canta, el enamorado y el objeto de amor que es interpelado”.

Más adelante agrega que este sujeto “pone de manifiesto en su canto la presente ausencia de su objeto amoroso”. Dentro de este planteamiento, deseo señalar el conflicto de la pérdida, porque en la totalidad de la obra es el tema que con mayor frecuencia aparece. José Alfredo no acepta el abandono del objeto amado y busca, por diferentes caminos, la fantasía como un sueño.

El libro de María Victoria Arechabala, de la Universidad Complutense de Madrid. especial

Platicando con la doctora Arechabala sobre este punto, coloquialmente me comentó: “A mí me parece que casi todas las canciones de amor hablan o bien de exaltación del amor o bien de la pérdida, porque son las dos cosas. O bien la conquista, que escuchamos en las serenatas o, al final, cómo se maneja la pérdida. Y la pérdida es algo que se maneja desde niño, que hay que aprender a perder a los padres, aprender a perder a los amiguitos del colegio, cambiar la vida, cambiar de ciudad. Por eso yo creo que tienen mucho atrape estas canciones, porque tratan de cómo manejar la pérdida. A mí me parece que la mayor parte del manejo de la pérdida es muy maniaco y eso viene muy bien, eso ayuda mucho. Se convierte en un horror, en una incapacidad para hacer el duelo, pero si no, da un poquito de tregua en las penas y en los dolores”.

En “Volverás a ser mía” José Alfredo canta: “Ya verás que los años y el tiempo han de darme la dicha que añoro. Pero ya volverás a ser mía, y aunque tú y tus desprecios me hieren, yo he de ver revivir mi alegría mientras todas mis penas se mueren”.

En “El vencido”, reta: “No me importa que me haga pedazos en mi lucha de hacerte volver, ya verás cómo caes en mis brazos y al que hoy adoras lo vas a aborrecer”.

En “La enorme distancia”, delira: “El cielo empieza a clarear y mis ojos se llenan de sueño, contigo voy a soñar porque quieran o no yo soy tu dueño y siempre tendré tus besos, no importa que estés tan lejos”.

Por otro lado, en “Cuando nadie te quiera”, afirma desde la negación: “Cuando nadie te quiera, cuando todos te olviden, volverás al camino donde yo me quedé. Volverás como todas con el alma en pedazos a buscar en mis brazos un poquito de fe…”, y en “Para morir iguales” profetiza: “El tiempo seguirá su marcha interminable; quién sabe a dónde vayas, quién sabe a dónde acabes y yo te buscaré por cielos y por mares rompiendo mi destino para morir iguales”.

Toya se va por las ramas y eso es un acierto, porque encuentra la fronda de ese sujeto enamorado al que, —lo dice José Alfredo—: “No me dejas cantar en tu reja como otros te cantan, ni me dejas gritar que te quiero con honda ternura”, ese grito que afirma Monsiváis es “el grito histórico que celebra a México o al país alternativo que también se llama México, el de la infelicidad a raudales”, ese sujeto enamorado que “se arrastra por el mundo porque quiere a una mujer”; ese sujeto enamorado que sostiene: “Yo compongo mis canciones pa’ que’l pueblo me las cante”; ese que, a veces, es un “paria que pronto va a morir”, pero que “sigue siendo el rey”. Toya, al sujeto enamorado de José Alfredo Jiménez, lo ha descrito en todo su esplendor, iluminando cada uno de sus aspectos, desenredando los nudos, obviando las obviedades y lo ha dejado a la intemperie, con el corazón desnudo y sin nudos, que son los que irremediablemente nos atan, de múltiples maneras, al intrincado mundo del amor por el que vamos siendo arrastrados.

  • Paloma Jiménez Gálvez
  • paloma28jimenez@hotmail.com
  • Estudió la maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana, y es Doctora en Letras Hispánicas. Desarrolló el proyecto de la Casa Museo José Alfredo Jiménez, en Dolores Hidalgo, Guanajuato. Publica su columna un sábado al mes.
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