Desde el título, que varía según la venia del locutor o el documento que registra la canción, hay una sombra, algo ambiguo se mueve alrededor de este tema que nada tiene que ver con el género ranchero ni en su lírica ni en su forma melódica. Me encanta porque escapa al encasillamiento, hay quienes dicen que es un bolero, mientras otros piensan que es un vals, principalmente, porque el arreglo musical que grabó mi padre está escrito en este ritmo.
La magia de la ambigüedad lleva al escucha a soñar en múltiples posibilidades, eso no escapa a la letra de esta canción. No es necesario privilegiar una u otra exégesis, los versos permiten que viajemos por ese mundo polisémico que sea lo que sea nos deja un sabor agradable. No creo que esa haya sido la intención de José Alfredo, aunque no tengo la certeza.
“Cuando te hablen de amor y de ilusiones y te ofrezcan un sol y un cielo entero, si te acuerdas de mí no me menciones, porque vas a sentir amor del bueno…”.
Quizás también fue ambigua la forma en la que el compositor se inspiró para escribir el tema, pues recuerdo que contó que iba camino a Tequisquiapan, cuando sin darse cuenta se perdió. Pienso que durante el viaje en carretera se distrajo, de repente la vía se bifurcó, papá tomó el rumbo equivocado y se fue por un sendero estrecho, lleno de curvas y cuestas que lo alejó de su destino, pero que también lo fue hechizando, debido a la belleza de sus paisajes.
El día estaba nublado, una bruma tenue filtraba la luz de un modo extraño, hasta cierto punto sobrenatural. En la parte más empinada que le tocó, tuvo la sensación de que estaba subiendo al cielo. Tomó la decisión de volver en sentido contrario, pues no había encontrado a nadie para preguntar la dirección correcta. Sin embargo, aquella experiencia, haberse sentido dentro de un misterio, lo llevó a pensar en un mundo raro. Fue entonces que los versos comenzaron a brotar.
“Y si quieren saber de tu pasado, es preciso decir una mentira: di que vienes de allá de un mundo raro, que no sabes llorar, que no entiendes de amor y que nunca has amado…”.
Debido a los versos de esta estrofa, yo me pregunto: ¿“Un mundo raro” es una utopía o una distopía? Aquí el poeta presenta ese mundo alternativo que, aunque no existe, es alcanzable. No obstante, lo podemos pensar también como una distopía, ya que nos está llevando hacia una situación anormal. Hace algunos días, leyendo una novela distópica de Fernando Rivera Calderón titulada Los mariachis callaron, me encontré con este párrafo: “…en su idea de reinventar el pasado; en pensar el pasado como el último lugar seguro donde ocultarse de lo inevitable, el pasado como una tierra de oportunidades donde todos los sueños pueden hacerse realidad, un territorio plástico donde las cosas finalmente pueden ser distintas”.
“Porque yo a donde voy hablaré de tu amor como un sueño dorado y olvidando el rencor no diré que tu adiós me volvió desgraciado…”.
Encuentro esa plasticidad que señala Rivera Calderón para reinventar el pasado y acomodarlo en beneficio del compositor. La estrofa es sencilla, mas no simple, desprende virtudes como la generosidad que señala al olvidar el rencor: perdón y gratitud resplandecen en ese hablar del amor como un sueño dorado. Resalto estos valores porque fueron fundamentales en las enseñanzas que recibimos de mi querido padre.
“Y si quieren saber de mi pasado, es preciso decir otra mentira: les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca he llorado”.
Tocará al lector o al escucha hacer su análisis personal de la canción, pero en estas reflexiones hay diferentes vertientes para iniciar la especulación. No es unívoco, hay una gama de posibilidades dentro de la polisemia que contienen estos versos. Por otra parte, ha sido una de las canciones que ha tenido mayor número de intérpretes. Desde que José Alfredo compuso este tema se ha cantado, en distintos ritmos y diversas voces, tanto masculinas como femeninas “Un mundo raro”. Por otra parte, tengo entendido que existió, en la segunda mitad de la década de los cincuenta, una grabación en italiano.
Lo importante es que hay versiones para todos los gustos, así que les sugiero la clásica de su autor, a Pedro Infante o Pedro Vargas, estilos completamente distintos, pero ellos fueron de los primeros en interpretar el tema. Después, para los que busquen algo más intenso, propongo la grabación de Chavela Vargas. Muy romántica y bravía la canta Lucha Villa. Para nuestras generaciones existen las que grabaron Joan Manuel Serrat, Julio Iglesias, Eugenia León o Rocío Dúrcal. Los jóvenes podrían optar por Carla Morrison, Luis Miguel, Alejandro Fernández, Aterciopelados o Natalia Jiménez; a los niños les gustará escuchar la que se encuentra en la banda sonora de la película Coco; en fin, hay múltiples opciones para reinventarnos ese mundo raro o como canta José Alfredo en “La vida es un sueño”:
“Pa’ mí las nubes son cielo, pa’ mí mas olas son mar, pa’ mí la vida es un sueño y la muerte el despertar…”.