Si partimos del interés y del impulso de muchas personas para trabajar en favor del bien común, conviene considerar los ámbitos de la vida social en los cuales ese impulso puede llevar a cabo acciones que favorezcan la creación de condiciones favorables para todos. Desde este punto de vista pueden tomarse cuatro campos básicos de participación y servicio social: el servicio a la persona, el servicio a la cultura, el servicio en la economía y el servicio en la política.
El primer ámbito que se nos presenta es el de la persona humana, porque su dignidad es el bien más importante que cada persona posee. La persona es sujeto de actos libres y de ellos depende el mismo orden social, por lo cual la primera tarea en este campo es la de la propia formación y renovación y, desde ahí la colaboración en la formación y renovación de los demás. El saneamiento de las instituciones y las estructuras sociales no puede tener otra base que la de la orientación íntima de las personas hacia el bien. Esto también significa la promoción del respeto de la persona, ante todo de sus derechos fundamentales, que son el derecho a la vida y a la libertad religiosa y de conciencia.
En segundo lugar puede considerarse el ámbito de la cultura, procurando que se sostenga la perspectiva de la verdad y del bien como referencia fundamental de toda variedad cultural, porque para ella son esenciales la perfección integral de la persona y el bien común de la sociedad. Es necesario superar los reduccionismos ideológicos que subordinan la verdad y el bien al interés partidista y ser capaces de reconocer el componente moral que subyace en toda propuesta cultural auténtica.
Igualmente es necesario prestar un servicio en el ámbito económico por medio del esfuerzo que haga notar que si bien es imprescindible el esfuerzo y el conocimiento técnico, es necesario descubrir y proponer y re-proponer que lo que da sentido a la economía son las personas y las sociedades que ellas constituyen. Esta luz debe iluminar las asociaciones de trabajadores y de empresarios, así como las aportaciones de los economistas, de modo que puedan mejorarse cada vez más las condiciones de la vida de los hombres en este aspecto.
El otro campo de servicio es el de la política, procurando que se transforme realmente en servicio a los demás, conteniendo la tentación del poder y del abuso. Para ello conviene que se pongan de manifiesto que en las decisiones políticas, que pueden ser variadas, siempre hay un sustrato ético con exigencias importantes que no pueden ser soslayadas y menos relativizadas a causa de la conveniencia o de las modas ideológicas.