En la actualidad suele recurrirse a la soberanía del pueblo como punto de referencia para justificar el poder del Estado y suele hablarse de un contrato social que serviría de fundamento para su existencia y de un mandato que se daría a las autoridades para que ejerzan sus funciones. Esta explicación teórica sería una alternativa al absolutismo regio, que pretendería que la potestad de un monarca le vendría directamente de Dios.
En realidad las consideraciones sobre la naturaleza de la potestad y las limitaciones del poder de los monarcas o de quienes detentaran el poder no comenzaron en la época del liberalismo, sino que tienen sus raíces en la antigüedad. Sin embargo, por ahora solamente deseo apuntar a un autor del siglo XVI, un pasado no tan lejano, que explica la potestad pública en una perspectiva diferente de la del liberalismo que llegaría poco después. Se trata de Francisco de Vitoria.
Él partía de la necesidad que descubría en la sociedad para que puedan ser resueltas sus necesidades, de modo que teniendo en cuenta que la sociabilidad humana proviene de la misma naturaleza de los hombres, le parecía que la potestad pública tiene el mismo origen natural. Explicaba que ninguna sociedad puede sobrevivir sin una cierta fuerza y poder que la gobierne y que la provea de sus bienes, lo cual muestra que los poderes públicos tienen su origen en el derecho natural.
Nuestro autor pensaba que tal potestad residía necesariamente en la misma república. En efecto, si se deja de lado el derecho positivo (es decir, el generado por los seres humanos y consignado básicamente en leyes escritas), dada la igualdad de todos, no hay ninguna razón para que la potestad resida en alguien determinado y, por tanto reside en la república en su conjunto. Ahora bien, ya que a su vez es necesario para el ejercicio de la potestad que alguien o algunos gobiernen, ya que la multitud no puede hacerlo, la república confía esa potestad a uno o a varios de sus miembros.
Como puede verse, en la visión de Francisco de Vitoria, destacado por sus aportaciones al derecho internacional, como lo mencioné en un artículo anterior, proporciona una base importante para la comprensión del origen de la potestad pública que se encuentra muy alejada de las ideas del absolutismo regio y, al mismo tiempo, sigue considerando que el origen de la potestad pública se encuentra en Dios, en cuanto que Él es el autor de la naturaleza y de derecho natural, fundamento del derecho positivo.